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Es imposible negar lo que se es y lo que se cree. Soy periodista, reportero, fotógrafo, camarógrafo o simplemente no soy nadie. Sin embargo creo firmemente que los periodistas saben que sus responsabilidades no se limitan a asistir a una conferencia de prensa, preparar una historia y entregarla. El tiempo pasa y con él van cambiando las formas de consumo, incluido el de la información.

El periodismo tiene un significado muy grande y mayor donde se fusiona esa pasión por informar, la responsabilidad y la vida misma que lleva a enfrentar grandes retos, situaciones humanas a veces dolorosas y que son de fuerte impacto para la sociedad. En esta noble labor de informar en muchas ocasiones podremos no estar de acuerdo con un personaje público; sin embargo es nuestro deber ético y con sus diversos géneros criticar o señalar lo que está mal como también decir lo que está bien. Habrá personajes que nos causen simpatías y otros que veamos con desagrado pero esas son situaciones ajenas a nuestro deber.

Lamentablemente en nuestro gremio a nivel nacional aterrizando a lo local existen muchas enemistades donde uno denigra al otro, y otros forman sus grupos para denostar al grupo de enfrente o de a lado por “X” cuestiones lo que está provocando confrontaciones desde lo digital a través de redes sociales hasta vía whatsapp denigrando aún más la actividad de informar. El periodismo es un servicio que se traduce en entregar información de manera responsable, oportuna y equilibrada, de modo que la sociedad pueda acceder a conocer aquello que no podría por sus propios medios; es decir, el periodista democratiza la información y con ello se convierte en el puente que conecta a las comunidades con las esferas del poder. 

También tengo que reconocer que abundan las malas prácticas, tanto por parte del periodista que manipula o condiciona la información, que vende su conciencia o sucumbe ante la soberbia y desconfigura la esencia del oficio; como también jefes son exigencias de producción en la que prevalece la cantidad sobre la calidad de las notas.

Hoy me da gusto ver que existen agrupaciones formadas por periodistas que buscan dignificar al gremio el cual en los últimos años ha ido en picada. Aplaudo la iniciativa de un grupo de amigos de pluma fina por rescatar de las cenizas, como el ave fénix, el renacer de los premios a lo más destacado del gremio lo cual es un gran paso en este camino ya muy golpeado de honrar nuestra actividad.

Dejemos a un lado rencores del pasado o envidias chaqueteras y sumémonos a esta gran iniciativa donde todos podamos participar sin mayores trabas para poder tener un gremio fuerte difícil de quebrantar. Cada uno de nosotros puede aportar varias estrategias de probada efectividad en la experiencia individual. No obstante, sin importar lo efectivas que puedan ser, éstas no dejan de ser coyunturales en la medida en que sólo le sirven a uno. Es aquí donde se evidencia la necesidad del gremio, de la organización periodística, ya no sólo como institución de servicio para los periodistas, sino además para el país.

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