¿Debate o combate?

Los debates entre candidatos debieran ser el foro ideal para presentar propuestas...

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Los debates entre candidatos debieran ser el foro ideal para presentar propuestas de solución a los problemas nacionales y locales, para así ganar adeptos para sus  respectivas causas, pero lo cierto es que esos espacios han sido utilizados más para señalar las deficiencias del contrincante antes que las propias fortalezas, lo que los convierte en espectáculos mediáticos sin mayor trascendencia.

Una vez realizado el segundo –de tres– debate presidencial, ha quedado claro que dichos ejercicios poco han abonado para conocer las propuestas específicas de solución a los problemas que aquejan al país, pues los contendientes se han concentrado en lograr notoriedad pública a partir de señalar lo que consideran medidas erróneas de solución de sus contendientes, en lugar de explicar a los ciudadanos la manera en que lograrán que la administración pública impacte, para bien, en su vida cotidiana.

Por cierto, la norma no contempla la obligatoriedad de debatir para cargos como las diputaciones locales y las alcaldías, y es importante señalar que, tradicionalmente, quienes consideran que encabezan las preferencias, se muestran renuentes a este tipo de ejercicios, pero algo atípico está sucediendo en el caso específico de Quintana Roo, pues es precisamente el señalado como “puntero”, Fernando Zelaya Espinoza, quien ha oficializado ante el Instituto Electoral de Quintana Roo (Ieqroo) su intención de debatir, luego de que en medios de comunicación algunos de sus contrincantes plantearan también la necesidad del ejercicio. Por lo pronto, en la capital estatal habrá debate.

Y justamente, con todo lo anterior como contexto, es importante anticiparse al evento para señalar que lo deseable es que el ejercicio local sí se constituya en una contraposición de propuestas, en un intercambio de opiniones, en un ejercicio que posibilite al elector elegir la mejor opción y no conformarse con la “menos peor.” Porque lo mejor que puede ocurrir es que los capitalinos encuentren en sus candidatos la esperanza del desarrollo prometido por años, pero que no termina por llegar.

No adquirir nuevos endeudamientos, la solución a litigios como el de las lámparas leds, la aplicación de la justicia a quienes desfalcaron las arcas públicas en el pasado, el pago a las instancias federales de las prestaciones ya descontadas a los empleados, un nuevo relleno sanitario, transporte urbano moderno y permanente, regularización y modernización de los mercados capitalinos, la prohibición de aprobar desarrollos inmobiliarios en zonas inundables y el despegue turístico del sur quintanarroense –pero sobre todo el cómo– son, entre muchos temas, los que los chetumaleños esperan escuchar.

Si todo lo anterior lo presentan los candidatos y muchos temas más que seguramente se le escapan al escribiente, podremos decir que el debatir fue productivo, si el evento se convierte en un intercambio de acusaciones, será más de lo mismo.

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