Cada quien desde su silla

Debatir en torno a independencia y autonomía de poderes es tan oportuno hoy como discutir sobre balances y contrapesos.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Debatir en torno a independencia y autonomía de poderes es tan oportuno hoy como discutir sobre balances y contrapesos. Lo uno y lo otro son sanos para consolidar una democracia, relativamente incipiente en el país, si consideramos que durante 70 años sólo gobernó un partido, y otros tantos, una alianza en guerra contra poderes fácticos.

Oportuno, porque entre otros desafíos, el Presidente Andrés Manuel López Obrador encuentra ese: robustecer una democracia maltrecha por todo lo que sabemos. Los antecedentes de una república con discutible progreso económico y cuestionada paz social, provocan la reflexión crítica en torno al sistema. Acaso la estabilidad política ha sido lo destacable últimamente, pues se respetó la voluntad popular en el pasado proceso, pese a lamentables tragedias.

Desde ese coto el nuevo Presidente y todos los servidores públicos de la nación deberán construir, incluidos los de Quintana Roo. Hay un nuevo mapa, actores que aparecen, otros que se van y una transformación de todos los poderes y niveles, lo cual obliga a replantear las reglas del juego en su justa medida.

En Quintana Roo, cabe recordar, hasta el 2016 el PRI fue amo y señor. Tras la victoria de Carlos Joaquín en la gubernatura y la derrota de ese partido en municipios donde otrora era impensable, la transición marcó un rumbo desconocido hasta entonces: el de modificar esas reglas en oficinas y partidos, dando autonomía, otorgando independencia y ofreciendo garantías antes regateadas. Era difícil imaginarlo por todo lo que se supo de la última administración.

¿Se ha logrado? Está en ciernes, aunque sobresalen señales que dan cuenta de cambios. Dicen que el Congreso ha funcionado sin órdenes y que el Poder Judicial no acata las instrucciones de antaño. Para discutirlo. Sin embargo, asuntos como nuevas leyes (polémicas por lo demás) o determinaciones en juicios aparentemente adversos para la propia administración, demostrarían que así es la tónica.

Lo mismo se podría decir, por ejemplo, de los candidatos que compitieron por la alianza en el poder o de la imparcialidad exhibida por un mandatario que respetó tiempos, formas y decisiones. Porque eso además permitió la configuración de un nuevo escenario, tan inédito como el actual, y que no solamente es atribuible a un “efecto nacional”.

Sin duda, son otros tiempos. La altísima participación ciudadana, las candidaturas independientes con ganancias históricas, los saludos con prontitud de los perdedores a los triunfadores, y sobre todo, el respeto a la ya referida voluntad popular, marcan las pautas de cómo gobernar. Ahora, a demostrarlo con hechos, cada quien desde su silla.

Lo más leído

skeleton





skeleton