Elecciones y miedo
Dos terceras partes del electorado de Quintana Roo llegará a los comicios del primero de julio en un entorno de violencia.
Dos terceras partes del electorado de Quintana Roo llegará a los comicios del primero de julio en un entorno de violencia, con la criminalidad desatada en el norte de la entidad y con autoridades que parecen incapaces de contener la oleada de ejecuciones que se repiten día tras día; pero aun así, ningún aspirante ha llamado a la población a la calma, ninguno ha tendido a generar un entorno de participación en las elecciones que serán en menos de 90 días.
Por el contrario, hay quien de manera mezquina ha pretendido victimizarse para sacar “raja política”; baste ver a la aspirante al gobierno de Puerto Morelos, Ludivina Menchaca Castellanos, que se dice víctima de ataques y a sus simpatizantes, sin aportar elemento alguno, aprovechando la oleada de violencia que azota al norte quintanarroense; sólo que el lugar que pretende gobernar no es Cancún, la ciudad en la que por cierto radica, ni sus contendientes actúan como en algún momento lo hiciera su hijo, que con un grupo de “guaruras” atacaron en un bar a quien osó mirarlo mal.
Pero volviendo al tema, en Benito Juárez radican más de 800 mil, del millón y medio de habitantes de Quintana Roo y, desde 2016, el crimen organizado lucha por asentarse a todo lo largo de la zona norte estatal, generando una oleada de ejecuciones y ataques que lo mismo han incluido bares y restaurantes que las mismas oficinas de la Fiscalía General del Estado; y los muertos también han sido lo mismo narcomenudistas que policías.
Ahora bien, las campañas federales han arrancado, la contienda por la renovación de las presidencias municipales iniciará a partir del 14 de mayo, y todos, aspirantes y candidatos, hablan ya de la necesidad de restablecer la paz y seguridad, de obtener recursos, de capacitar o depurar los cuerpos policiacos, de establecer programas ciudadanos de vigilancia, de involucrar a la ciudadanía en esquemas que permitan tener una estrecha vigilancia y denunciar a los delincuentes, pero ninguno, absolutamente ninguno, ha dicho cómo motivar a las personas para que salgan a las urnas el primero de julio.
Porque las soluciones pudieran llegar, ojalá y lleguen, por el beneficio de todos; ciertamente, la responsabilidad de la seguridad de la elección es de las actuales autoridades, pero todos los aspirantes también debieran pugnar por un entorno de tranquilidad y amplia participación; que por lo menos ese día, los ciudadanos no sean rehenes en sus propias calles.