Agustín Granados, nueve años

Sabía que los periodistas no deben renunciar a sus convicciones y que precisamente el entender el dolor y la injusticia hacía mejores a hombres y mujeres.

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Ayer, 3 de enero, se cumplieron nueve años de la muerte del periodista Agustín Granados, entrevistador como pocos, corresponsal de guerra, cronista parlamentario y fundador de CNI Canal 40, quien al momento de su muerte publicaba en las páginas de MILENIO su columna “Dicen los que saben”.

Hombre de izquierda, activista en el movimiento estudiantil de 1968, Agustín durante el pasado 2014 y este 2015 estaría marchando codo con codo y hombro con hombro en este movimiento social generado por la indignación que en una gran mayoría provocó la brutal desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa a manos de la policía municipal de Iguala y la banda criminal Guerreros Unidos.

Agustín sabía que los periodistas no deben renunciar a sus convicciones y que precisamente el entender el dolor y la injusticia hacía mejores a hombres y mujeres que se dedican a dar noticias. Por eso nunca negó ni renunció a su militancia en los partidos Comunista, Socialista Unificado de México, Mexicano Socialista y de la Revolución Democrática, a pesar de que ejerció su carrera durante casi medio siglo en Televisa, en una época en que la apertura y el respeto a las ideas no eran un valor ni siquiera considerado en el México de los años 70 y 80.

Agustín Granados habría, como muchos, compartido los argumentos de quienes ven una acción tardía del gobierno ante la tragedia y el, hoy, discurso añejo que no corresponde a la realidad social ante las movilizaciones que se han generado por la crisis que comenzó el 26 de septiembre de 2014 y que aún está por verse si está cerrada o si continuará escalando.

Hoy por desgracia tanto de la parte oficial como en el movimiento social persisten discursos maniqueos y polarizados que Agustín Granados hubiera rechazado con el ojo de un periodista que participó en las coberturas de la revolución nicaragüense o la guerra de las Malvinas durante la dictadura argentina. Sin dejar de estar nunca del lado de la gente, Agustín hubiera buscado el equilibrio y la puntualidad para poder tener un retrato real de lo que está pasando hoy en México, con esa agudeza que le caracterizó hasta sus últimos momentos. Por eso lo extrañamos, por eso nos hace falta.

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