Barbarie e indiferencia

Comienzo esta colaboración con la definición de la palabra barbarie según la enciclopedia de la política del autor Rodrigo Borja...

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Comienzo esta colaboración con la definición de la palabra barbarie según la enciclopedia de la política del autor Rodrigo Borja: Se le emplea para designar el estado de esclavitud y desorden político de una sociedad, en la que han zozobrado los más elementales derechos humanos, aun cuando en sus demás componentes ella esté dentro de los linderos de la civilización. En este sentido se habla, por ejemplo, de la “barbarie nazi” o de la “barbarie de Somalia”.

Hace algunos años en los círculos académicos y en las oficinas de gobierno se comenzó a afirmar que estábamos presenciando la  ´¨colombianización de México¨¨ puesto que se presentaban fenómenos crecientes de violencia y penetración del crimen organizado en las esferas de poder gubernamental y judicial, hoy después  de varios años de la descomposición de varias regiones del país, como el estado de Michoacán, y de los últimos acontecimientos violentos en los estados de Guerrero y Estado de México, es obvio que arribamos a la era de la barbarie.  

Hace algunas horas, las autoridades federales reconocieron que los 28 cuerpos hallados en las primeras cinco fosas clandestinas no corresponden a las muestras genéticas de los 43 normalistas desaparecidos. Es decir que al buscar los cuerpos de los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa fueron encontrados casi treinta cuerpos que la autoridad no estaba buscando. Y que debe continuar la búsqueda de los estudiantes de la escuela normal.  La magnitud de los actos de barbarie y terror aumenta cuando nos enteramos que en el caso del Estado de Guerrero,  las instituciones de seguridad municipales  (si es que se les puede llamar así) son las que entregaron a los estudiantes al grupo delictivo que los masacro. Y en el caso de Tlataya,  en el Estado de México,  fueron los propios militares quienes mataron a 22 civiles cuando estas personas ya estaban heridas. 

Frente a estos actos de terror y de barbarie los grupos de la sociedad civil responden de diferente manera, en el caso de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, los estudiantes de diferentes Universidades, principalmente del Distrito Federal,  son los que protestan en las calles exigiendo el regreso de los estudiantes.  Con la excepción de los estudiantes creo que la sociedad mexicana no ha mostrado de forma clara su posición frente a los actos de barbarie y terror.  Fuera de las quejas en las pláticas con la familia y los amigos o compañeros de trabajo no hay una postura clara frente a esta situación. 

La descomposición de las instituciones del estado, como las de seguridad pública, se ha presentado en los diferentes niveles de gobierno, seguimos con miles de policías coludidos con la delincuencia organizada y a pesar de las detenciones espectaculares de los líderes de algunos carteles de narcotraficantes, el fenómeno de la violencia no se detiene. Al contrario, la espiral de barbarie y terror aumenta. 

Como han mencionado varios expertos en asuntos de seguridad pública, estos fenómenos se presentan ante la ausencia del estado.  Los espacios que el estado cedió por omisión o comisión a la delincuencia organizada deben ser retomados por los ciudadanos. Creo que estamos pagando la indiferencia que como sociedad tuvimos los últimos años frente al fenómeno de la corrupción de las autoridades públicas y la delincuencia organizada. Los actos violentos de estos días son la culminación de un problema que se gestó hace años.  Debemos pasar de la queja a tomar participación activa en la solución de los problemas de la comunidad. La indiferencia tiene un costo demasiado alto. No estamos obligados a pagar ese costo. 

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