Caos vial all inclusive

El fin de semana pasado una adolescente perdió la vida al ser arrollada en la avenida López Portillo de Cancún.

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El fin de semana pasado una adolescente perdió la vida al ser arrollada en la avenida López Portillo de Cancún. Según los primeros datos, la presunta conducía ebria, con velocidad inmoderada y no respetó el paso peatonal. Enlutó a una familia y despertó la ira de los internautas.

Un día antes, Nicolás Castillo Ceballos, delegado de la Secretaría de Infraestructura y Transporte, acusaba que “la mayoría de los operadores de unidades urvans olvida los cursos de sensibilización”, lo cual ha ocasionado accidentes. Y se atrevió a preguntar: ¿Qué podemos hacer nosotros? Hasta ahí el contexto.

El problema generado por la falta de educación y conciencia vial empeora aceleradamente y no está relacionado solamente con el aumento de vehículos, sino con la poca tolerancia, el estrés, el desconocimiento de los reglamentos, la mala planeación, la escasa voluntad y, en general, la falta de cultura vial.

Aunado a ello, en las vías coexisten otros factores, espaciales, pedagógicos, tecnológicos y mediáticos, que relacionados entre sí dan un panorama complejo, al menos en Benito Juárez, un municipio con vicios de ese tipo desde el origen. El saldo, son insultos, golpes, choques, atropellos y muerte.

Uno de los errores es concluir que la educación vial concierne sólo a los automovilistas particulares y del transporte público; sin embargo, tanto ciclistas, motociclistas como peatones también están involucrados en el problema y sus acciones suman o restan a la cultura.

Los transeúntes no siempre cruzan en los pasos ni en los puentes habilitados, los motociclistas circulan sobre banquetas o entre vehículos sin medidas de precaución, mientras que los ciclistas jugándose la vida por la ausencia de circuitos. Todos, con sus derechos y obligaciones, aun cuando los desconozcan.

Los del transporte público bajan o suben usuarios en sitios inadecuados, invaden carriles, rebasan en zonas no permitidas y sobrecargan los carros pese a los recientes impedimentos. Todo esto ha intentado ser revertido, aunque no han podido con el sindicato ni los transportistas.

En tanto, muchos particulares conducen con exceso de velocidad, sorteando a los otros mencionados y, lo peor, algunos alcoholizados. Durante fines de semana, cerca de 100 han sido remitidos a “El Torito” por esa causa, lo cual evidencia una terrible irresponsabilidad.

La primera parte del proyecto de “pares viales” en Benito Juárez, que incluye el cambio de sentido de avenidas de gran circulación, es un esfuerzo oportuno pero no una solución que se antoja integral. Por el tiempo disponible, serán las próximas autoridades quienes deberán complementar estas medidas iniciales.

La cultura vial es susceptible de modelarse cambiando la circulación, los ritmos y las rutas, pero la idea central debe ser minimizar los riesgos y mejorar la movilidad, impulsando las iniciativas sustentables.

Es uno de los temas que más requieren atención en una ciudad, sobre todo, con resultados tan negativos. Lo lamentable es que los accidentes aumentan y las soluciones definitivas siguen postergándose.

Desorbitado

Están dando mochadas para evitar multas. Comparto una denuncia: cada chofer de combi pagaría al policía de turno 10 pesos por vuelta para detenerse momentáneamente –a cargar y descargar– en Plaza las Américas, el Crucero y uno o dos lugares más. La autoridad deberá investigar.

Por cierto, no están respetando los puntos que, se supone, no iban a funcionar como paraderos. Los choferes resuelven con dinero, el policía con una venia ilícita, el pasajero con un “no pasa nada” y la autoridad con un “no sabía”.

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