¿Te han dañado alguna vez moralmente? La violencia moral ha sido objeto de muchas disputas en nuestra sociedad y más aún cuando se trata de violencia intrafamiliar, ya que estas acciones son generadoras de problemas que pueden llegar afectar a los integrantes de la familia, ya sea a la mujer, el hombre o incluso a los hijos.

La familia es un núcleo importante en la vida de las personas que lo integran, pues de ello es el reflejo en la sociedad. Si a una persona de tu familia le bajan los ánimos de forma tajante y dañina hasta el grado de afectar psíquicamente, lo más seguro es que si no acude por ayuda sus descendientes tengan dicho daño reflejado.

Es importante mencionar que mientras las consecuencias de la violencia física son generalmente evidentes y denunciables, las consecuencias de la violencia no han sido evidentes y por tanto tampoco denunciables, por lo que la primera sala resuelve dicha situación.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación anuncia dentro de un amparo directo en revisión que debido al compromiso con el principio de igualdad y advirtiendo la discriminación histórica que han sufrido las mujeres, se ha establecido que la violencia intrafamiliar puede dar lugar a que los agresores paguen por los daños que han causado a sus víctimas.

La primera sala determinó que la violencia intrafamiliar constituye un hecho ilícito generador de responsabilidad civil porque los actos u omisiones que la constituyen comportan una conducta dañosa en la esfera física, emocional, o psíquica de quien la padece.

De acuerdo con los derechos a vivir una vida libre de violencia y a una indemnización justa, la víctima puede demandar de su agresor la reparación económica de los daños, es decir, cuando se demande la reparación del daño patrimonial o moral derivados de la violencia intrafamiliar deberán acreditarse los elementos de la responsabilidad civil, la existencia de un hecho ilícito y el daño, además de mediar un nexo causal entre ambos.

La violencia moral, por su indivisibilidad es la forma eficaz que existe de subordinación y opresión y esto se presenta en mayor grado a las mujeres. Si bien es cierto que las mujeres son las principales víctimas ante dicha situación también lo es en las relaciones lésbicas y homosexuales.

No es posible permitir que situaciones así se apoderen de nuestra estabilidad, ya que para ello podemos tener a nuestro alcance los derechos que emanan de la norma superior. Para todas aquellas víctimas de violencia moral ya se tiene una forma de evitarla o al menos reducir dicho porcentaje, tomando en cuenta esta medida que la Suprema Corte de Justicia nos compartió.