El apagón que viene ¿estamos preparados?

Durante poco más de dos horas no se habló el martes de otra cosa en varias ciudades de la Península de Yucatán, que del apagón de luz...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Durante poco más de dos horas no se habló el martes de otra cosa en varias ciudades de la Península de Yucatán, que del apagón de luz, en referencia a una falla registrada en el suministro de en energía eléctrica causada por un corte en una línea de transmisión entre tabasco y Campeche y que después se dijo afectó a más de 1.7 millones de habitantes. Esta falla breve que se dio a plena luz del día, exhibió un caos imprevisible demostrando la fragilidad de los cimientos de la vida cotidiana ante una interrupción energética, pero también abrigó un temor fundado: ¿Estamos preparados para un eventual apagón nocturno?

Poco antes de las once de la mañana las lámparas de los establecimientos comerciales y hogares de Cancún se apagaron. Las televisiones, los radios, las computadoras, los cajeros automáticos y las cajas registradoras se paralizaron. Esa fue la señal de alerta, atribuida originalmente a un corte sectorizado, uno más de los que por breves intervalos se presentan ocasionalmente en populosas ciudades como la nuestra. Pero los minutos trascurrieron y la corriente eléctrica no se reestableció enseguida, como otras veces. Luego vino la confirmación de que aquello era más que una simple interrupción localizada en un sector de la ciudad: el watsapp no funcionaba o lo hacía de manera lenta. Los mensajes escasos que lograban viajar por el ciberespacio se referían a un solo tema: no hay luz en mi calle o en mi colonia ¿alguien sabe algo?

Y al salir a la calle el caos vehicular era generalizado, los semáforos simplemente decidieron sumarse al apagón y en franca rebeldía se negaron a continuar guiñando sus ojos a los automovilistas. En algunos cruceros pronto fueron apostados elementos de tránsito para tratar de ordenar la circulación. La gente no dejaba de hablar del apagón y con una cierta carga de sensacionalismo le decían a sus interlocutores que la falla se había presentado en Playa del Carmen, en Mérida, en Campeche y al parecer también en Tabasco y luego con parsimonia y dramatismo hacían énfasis en que los bancos habían cerrado sus puertas, que las gasolineras no estaban despachando combustible, que algunos supermercados sólo estaban cobrando en efectivo y que las tarjetas de crédito y de débito simplemente, ante la falta de sistema, eran plásticos inútiles.

Me fui rápido hacia Corales, al edificio de Juzgados. Ahí burócratas sudorosos ante la ausencia del aire acondicionado de sus oficinas, enfrentaban su propio caos. Las audiencias judiciales se suspendieron y ante la molestia de algunos, se reprogramaron para tres meses después, como si el mundo completo no tuviera prisa en seguir su vertiginoso movimiento. Un abogado me inquirió con tono misterioso ¿Y si el próximo apagón sucediera de noche? Y me volvió a preguntar ¿Te acuerdas del apagón de Nueva York? Sus dudas inevitablemente me condujeron a otras ¿Tendrá el gobierno un plan de contingencia? ¿O acaso aprenderá sobre la marcha, como cuando Wilma en 2005? No supe la respuesta.

Lo más leído

skeleton





skeleton