El día internacional de la mujer indígena

El 5 de septiembre se celebró el día internacional de la mujer indígena. Es momento de reflexionar...

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El 5 de septiembre se celebró el día internacional de la mujer indígena. Es momento de reflexionar de la importancia de que la ciudadanía se involucre más con la cultura.

En la Revista “Yo Indio”, número 4 encontré un texto que les quiero compartir:

“Soy mujer indígena, pertenezco a una raza con una cultura milenaria que hoy conservo como un tesoro… Convivo con lo que me rodea, con la lluvia, el viento, la montaña, el cielo.

“Soy feliz en estas soledades… tengo tiempo para contar las estrellas, para poner mis sueños al día, para danzar con los pájaros sintiendo el aire fresco del amanecer y hablar en silencio con los animales, con las plantas, con los espíritus.

“Sé sembrar con la Luna los frutos del alimento, teñir la lana para hacer el tejido, hacer medicina como me enseñó mi abuela, cantar al nuevo día. Sé amasar sencillamente con fidelidad y con ternura… Soy mujer indígena, mujer como la Madre tierra, fértil, callada, protectora y fuerte.

“Quiero seguir viviendo así simplemente, con la tierra y mi gente, la que ríe, la que crea, la que vibra la vida así como es, sin alterar las cosas, la que comparte, la que acaricia, la que no tiene prisa y ama sin esperar nada, la que no se aburre.

“Soy mujer de la tierra, fuerte como el árbol que resiste al viento como el junco en la corriente, firme como la montaña más alta, frágil como el colibrí y dulce como los atardeceres.

“Soy mujer indígena, hija de la tierra y el sol y aunque no entienda muchas cosas, sé lo que quiero y tengo esperanzas”. 

Creo firmemente que una comunidad con pasado ancestral y que se involucra con su cultura se enriquece, se fortalece como un árbol con grandes raíces, como nuestros ríos subterráneos donde una red de manantiales nutre nuestras aguas.

Vivimos en la Riviera Maya donde las altas pirámides nos enseñan a las mujeres a levantar la mirada y  divisar el horizonte de pie, donde las olas del Caribe nos enseñan la danza del vaivén universal y a estar en constante movimiento.

Me siento orgullosa de vestirme con Huipil, porque esa vestimenta es un santuario para el alma, sus bordados representan el avance matemático de una cultura milenaria que usaba la geometría sagrada.

Nuestras culturas honraban a la feminidad como la fuerza creadora, la portadora del legado y del linaje ancestral.

Hablar de la cultura indígena en nuestro país es recordar que en la pirámide de la luna en Teotihuacán y su entorno, se representan los ciclos lunares de la mujer, y es entonces cuando recuerdo que en la cultura maya siempre se nos habla de la diosa de la Luna Ixchel, de la portadora de la fertilidad de nuestra tierra.

Desde pequeña escuché unos versos que decían: “Hace 200 siglos en el tiempo en que el tiempo no se contaba, Kinich Kakmo era la madre de la vida, la madre de la fuerza, madre de la llama, en la gloria mística de los solsticios clamaban en éxtasis nuestros padres mayas”.

La mujer era muy importante en nuestras culturas y es momento que nuestros pueblos indígenas enseñen ese conocimiento para recuperar nuestra fuerza ancestral.

Recordemos el poema de Rosario Castellanos: 

Porque hay aún un continente verde 
que imanta nuestras brújulas. 
Un ancho acabamiento de pirámides 
en cuyas cumbres bailan doncellas vegetales 
con ritmos milenarios y recientes 
de quien lleva en los pies la sabia y el misterio. 
Un cielo que las flechas desconocen 
custodiado de mitos y piedras fulgurantes. 
Hay enmarañamientos de raíces y contorsión de troncos y confusión de ramas. 
Hay elásticos pasos de jaguares proyectados -silencio y terciopelo- 
hacia el vuelo inasible de la garra.

Todos los que tenemos el honor de tener raíces culturales de alguno de nuestros pueblos indígenas tenemos esa garra de soñar, caminamos con elásticos pasos de jaguar, conservamos esa paz para que nuestro cielo siga desconociendo la guerra.

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