El héroe indeseable

La batalla de las redes sociales hace tiempo que tiene un ganador indiscutible: Facebook...

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La batalla de las redes sociales hace tiempo que tiene un ganador indiscutible: Facebook. Ni siquiera Snapchat pudo con él, dejándole junto con Google, la hegemonía de “lo social” en internet.

Esto no implica que Twitter, Instagram o Snapchat estén fuera de línea, tienen su mercado y gran popularidad, pero el éxito monetario y digital va para Facebook que ha sabido monetizar su plataforma sin perder público, porque, siendo honestos, el gran problema de las otras redes sociales está precisamente en eso: no poder sacar dinero de los usuarios sin que estos se quejen.  

Hoy poco gente ve en Twitter un espacio de interés y conocimiento, pues tras su masificación, millones de usuarios perdieron las ganas de compartir sus vidas, ideas y ocurrencias para manejar su cuenta como un simple “feed” de noticias y memes, lo que en esencia no es incorrecto, pero la magia del pájaro azul estaba en su sentido de comunidad, que hoy está, totalmente perdido. Tan mal está la situación para la red social, que tuvo que salir al quite Saraha.com: esa premisa de honestidad “anónima” era también de Twitter en sus inicios. 

Sin embargo, no todo está perdido al menos para Twitter, pues desde hace poco más de un año, tienen una tabla de salvación de muy, muy alto nivel, aunque no quiera reconocerlo. Existe un usuario que aún utiliza sabiamente su cuenta, y no sólo eso, la emplea a diario con “tweets” orgánicos que le generan un nivel de interacción inaudito, su nombre es Donald J. Trump, alias @realdonaldtrump, y de vez en cuando, @POTUS.

Con su estridente estilo, al parecer sin filtro más allá de su particular sentido común, el presidente de Estados Unidos representa un muy buen ejemplo de cómo utilizar esta decaída red social, pues hace mucho que los 140 caracteres perdieron la fuerza que tuvieron al nacer, hasta que durante su campaña, Trump la utilizó para dar a conocer sus propuestas sin medias tintas o para atacar a sus adversarios con tal maestría, que no dejó vivo a ninguno, pues no pudieron competir en la red social.

@realdonaldtrump trajo a Twitter de vuelta a los reflectores al recordarnos que los 140 caracteres los podemos emplear como sea y para lo que sea. No hay reglas tan duras como en Facebook, ni necesidad de subir una foto como en Snapchat e Instagram; en Twitter es el contenido y las ideas lo que da o resta popularidad e interés a una cuenta: si el usuario no tiene nada que decir, pues se perderá en el limbo, pero si tiene algo en la cabeza (aún en la de Trump), sus “tweets” serán de relevancia.

El presidente gringo pasó de largo a los voceros e incluso de la cuenta oficial @Potus. Emplea su cuenta de siempre, dando a conocer sus ideas (o las que asegura son suyas) con semejante estridencia, que bien merece un análisis del perfecto de mercadeo. Gracias a esa desfachatez, Twitter aún figura en las altas esferas y podría, monetización aparte, salvar la cara y no dejarse vencer por las nuevas y populares redes sociales.

Claro está que a fin de cuentas, el verdadero éxito o fracaso de la red social está en la calidad de sus usuarios, sean de la ideología que sea.

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