El PAN de todos los días

El de ayer es, tristemente, el PAN de todos los días en esta época: la dirigencia agrediendo, imponiendo, trampeando y los militantes defendiéndose.

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Lo que sucede en el PAN es una verdadera tristeza. La asamblea del sábado es la confirmación de la debacle que sufre ese partido que, algún día, se distinguió por su civilidad democrática, sus ideas, sus tribunos y sus debates. 

Ése es el PAN de Madero, un partido en el que impera el primitivismo de su dirigente y su dirigencia. Hablan de darle fuerza al militante pero Madero tuvo que abandonar el recinto rodeado de personal de seguridad protegiéndose de sus militantes. Así está la confianza. Pero la militancia le regresó su desprecio al presidente.  

Al presidente del partido le aventaron papeles, boletas, mentadas y hasta fruta. En la asamblea hubo golpes, amenazas, un clima de violencia. Y todo lo veía desde el presídium Madero, acompañado ya de la poca gente que le queda, como el neofascista Ricardo Anaya, siempre dispuesto a ser maestro de ceremonias, o el señor Marko (así se escribe) Cortés, que realizó un conteo vertiginoso de cinco mil votos con los ojos y declaró aplastante mayoría para que Madero pudiera dar por concluida la asamblea entre gritos de ¡fraude, fraude! La dirigencia desesperada subía el volumen de los micrófonos para acallar la gritería. Abajo del presídium comenzaban lo empujones y a lanzar objetos. Ése es el PAN cuya dirigencia es asesorada por un decrépito político como Ruffo y un lisiado moral como Javier Corral.

Pero ése es el clima en el PAN. La dirigencia tiene vocación por el zafarrancho y enfrentamiento con los militantes. Hay notas periodísticas que mencionan cómo Gustavo Madero tomaba fotos de los que le reclamaban su actuar. El presidente “fichando” a los militantes para, seguramente, sancionarlos. 

El de ayer es, tristemente, el PAN de todos los días en esta época: la dirigencia agrediendo, imponiendo, trampeando y los militantes defendiéndose. Es la era del enfrentamiento. El partido es una batalla campal. Madero se quiere ir como Greta Garbo pero terminará como Lyn May.

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