Gente siendo feliz

Se trata de hacer una pausa y observar. Detener tus pasos si acaso por un momento...

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Se trata de hacer una pausa y observar. Detener tus pasos si acaso por un momento y aclimatarte al entorno, descubrir la vida desenvolviéndose a tu alrededor.

Cuando finalmente hacemos una pausa y nos olvidamos de la prisa cotidiana, podemos observar al mundo en movimiento sin nosotros, permitiéndonos mirar como las cosas toman otra perspectiva.

Me basta a veces una mesa y una taza de café, a veces una cerveza. Me gusta mirar, soy curioso por naturaleza. Me gusta caminar las calles y mantener los ojos bien abiertos. He descubierto que encuentro una gran satisfacción en descubrir a gente siendo feliz.

La felicidad, esa que nos elude la mayor parte del tiempo y a la que perseguimos con ahínco. Que a veces se esconde y toma muchas formas, colores y sabores. No es la misma para nadie, pero es igual para todos. La felicidad hace que todo sea más simple. Que las cosas estén en su lugar, aunque sea por un instante.

La ciencia nos dice que todos tenemos una predisposición genética hacia la felicidad, es decir, un nivel de felicidad innato. Puede que esto sea cierto, pero también pienso que muchas veces la felicidad nos llega por contagio y otras veces por accidente.

La encontré aquel día de playa dónde vi a un niño descubrir el interminable juego de las olas y la espuma marina. De la abuela que en ese viejo café le contaba historias en la mesa de al lado a su nieta que sonreía emocionada. En los muchachos que vi ensayando una coreografía sin importar los lapidarios rayos del sol en el parque cuando fui a visitar a mi madre. En la chava que en el auto de al lado, cantaba apasionadamente mientras esperaba el verde del semáforo.

Me gusta descubrir a gente siendo feliz, sin importar el objeto de su felicidad. No es en sí lo que los hace felices lo que me atrae sino el simple hecho de observarlos haciendo eso, la felicidad no se puede esconder.

Me gusta encontrar lugares que me permiten estar en silencio y observar. Estar alerta a lo que escucho, asignarle un contexto a lo que ocurre, como si fueran personajes de una obra de teatro que se desarrolla ahí mismo. Tomo nota de las frases que escucho y construyo historias de lo que observo.

Tal vez por eso disfruto de viajar solo, y no es que, al gustarme una cosa, otra cosa me guste menos. Viajar acompañado tiene su propia magia, pero viajar solo te ofrece una experiencia completamente distinta.

Camino hacia la salida del vuelo en el que hay una pequeña congregación de expectantes amorosos que buscan con la mirada a esa persona que extrañan. Su mirada me pasa de largo, no importa, mientras cruzo entre ellos buscando la salida me contagio un poco de su amor y su felicidad. Los lugares, como las personas, van dejando huellas que se quedan con nosotros a pesar del tiempo y la distancia. Que se construyen de historias y momentos de felicidad.

Sea una ciudad propia o extraña, no existe mejor manera de conocer un lugar que caminarlo y permitirte descubrir a la gente que le da vida.

Date la oportunidad y aprovecha para hacer una pausa, simplemente presta atención, observa. La felicidad está ocurriendo en cualquier sitio.

Y al final, de eso se construye la vida. Pedacitos de felicidad.

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