Gigantismo urbano

Dos ciudades en particular de la zona norte de Quintana Roo están creciendo a pasos agigantados: Playa del Carmen y Tulum...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Dos ciudades en particular de la zona norte de Quintana Roo están creciendo a pasos agigantados: Playa del Carmen y Tulum, sin embargo nos tememos que las autoridades no han priorizado el cuidado del medio ambiente y eso en pocos años podría provocar un colapso ecológico de grandes proporciones.

Es totalmente entendible que los tres órdenes de gobierno, tanto federal, estatal como municipales, privilegien el crecimiento urbano para poder enfrentar al gran número de personas que cada año llegan a esas ciudades, pero en especial a Playa del Carmen, que se ha convertido en la urbe con mayor crecimiento poblacional de América.

El explosivo crecimiento urbano de Playa del Carmen ha provocado la afectación de la ecología del lugar, sobre todo al permitirse que los grandes hoteles depreden el medio ambiente con tal de obtener mayores ganancias en la explotación de la industria turística.

Que quede muy claro, no estamos en contra del desarrollo turístico, que es a final de cuentas el motor que mueve la economía de Quintana Roo y permite atender a miles de paisanos que llegan a tierras quintanarroenses de otras latitudes en busca de un mejor nivel de bienestar.

Gobierno, empresarios y sociedad en su conjunto, debemos tener conciencia de los terribles síntomas que en el mediano plazo aparecerán en el horizonte por depredar nuestros recursos naturales. Hoy, aunque para muchos parezca una necedad, el cambio climático ha extendido sus tentáculos sobre Quintana Roo, cuyas principales ciudades se ubican en las costas.

Chetumal, Playa del Carmen, Tulum, Puerto Morelos, Cancún, por supuesto las islas de Mujeres y Cozumel, están más expuestas a sufrir las consecuencias del calentamiento global por estar asentadas a escasos metros del mar.

Se habla mucho de que el intenso calor que se siente en estos días es fruto de lo que llamamos la canícula, pero las altas temperaturas que se registran en toda la geografía estatal son producto de esa amenaza llamada cambio climático que poco a poco comienza a transformar nuestra vida cotidiana.

No podemos cerrar los ojos a una realidad que está frente a nosotros: por un lado las ciudades de la zona norte crecen de forma desmesurada, aumentando la presión sobre nuestros recursos naturales, a la que se suma una fuerte demanda de servicios turísticos y por el otro, tal pareciera que las autoridades no quieren darse cuenta que a la naturaleza hay que respetarla y sobre todo temerle.

El gigantismo urbano trae otras consecuencias como asentamientos irregulares, aumento de la delincuencia, dotación deficiente de servicios públicos, empleos mal remunerados y otros males característicos de nuestras grandes ciudades.

Aun así, mucho se puede hacer para evitar que esas urbes que crecen a pasos agigantados, se conviertan en la tumba de un desarrollo sostenible que hasta hoy sólo aparece en los discursos oficiales contra una realidad distinta y preocupante.

Lo más leído

skeleton





skeleton