Un gobierno fallido

Es innegable que tenemos un gobierno que ha fallado. Con apenas dos años de ejercicio, el Gobierno Federal está agotado, desacreditado, carente de brújula y, por ende, dañando el destino nacional.

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No estamos todavía ante un Estado fallido, pero es innegable que tenemos un gobierno que ha fallado. Con apenas dos años de ejercicio, el Gobierno Federal está agotado, desacreditado, carente de brújula y, por ende, dañando el destino nacional.

Dilapidando la estabilidad heredada de su antecesor y desaprovechando la disposición de las fuerzas opositoras para concretar reformas estructurales para el bien de México, el gobierno encabezado por Peña Nieto nos está sumiendo en una de las crisis más graves de que se tenga memoria.

En materia económica ha dado al traste con el crecimiento que se venía logrando. Resulta que ahora, de nueva cuenta, se reduce la perspectiva de crecimiento económico cada vez más cerca del pírrico 2%. Eso sí, se incrementa el gasto público de cuenta corriente y la deuda soberana. Su reforma fiscal pone en aprietos a la industria, comercio y ciudadanía en general. La desigualdad social se incrementa. Aunado a ello, su incompetencia y corrupción nos tiene en grave crisis política y social.

Inseguridad, corrupción e impunidad e incluso el obscurantismo o desaseo del propio patrimonio personal o familiar del presidente de la República están creando una peligrosa ingobernabilidad.

No hay excusas; y sin embargo, se buscan. El presidente Peña y su ineficaz equipo ven en las protestas ciudadanas intentos de desestabilización, cuando son ellos quienes descarrilan al país.

En su desesperación anuncian que en unos días harán grandes cambios políticos. La incredulidad ciudadana los acompañará; ¿qué acaso no ha sido ese su discurso permanente? Urge que las fuerzas democráticas y los ciudadanos exijamos  que haya cambios pero no para que todo permanezca igual. La cirugía institucional tiene que ser de gran calado y la ineptitud demostrada del Gobierno Federal no nos hace abrigar muchas esperanzas. 

¡Que manera de mover a México!

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