Lo que asoma rumbo al proceso 2018

La democracia llegó a Quintana Roo 42 años después de su erección constitucional como Estado Libre y Soberano.

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La democracia llegó a Quintana Roo 42 años después de su erección constitucional como Estado Libre y Soberano. Había estado a tiro de un territorio comunero y anarquista de perfidias y personalidades cacicales e imperiosas. Salvo honrosas excepciones.

La elección en el Estado se aplicó con un disolvente democrático a un régimen de más de cuatro décadas en el poder. No sólo para erradicar la eternización de un modelo arcaico, sino para quedar en manos de una etiqueta apartidista, por lo que se emitió el sufragio a favor de Carlos Joaquín González como gobernador del Estado.

No fue el desmembramiento político y administrativo, sino la disolución del partido que pretendió eternizarse, e incluso, se disolvió parte del abstencionismo anti electoral que prevalecía en el Estado. Fue un ejercicio demócrata. Vox Populi, Vox Dei.

A la sazón de lo que se cocina en Quintana Roo con el nuevo camino para elegir cargos de elección popular en el proceso que asoma, en lo local y nacional, no sorprende la actitud de algunos de los actores de las dos alas, derecha e izquierda, que se conducen regodeándose por el triunfo pasado para plegarse a seguir al llamado de las ilusiones.

La estrategia pasa por la persuasión y el ideal de actores en el proscenio político del patio, a pesar de resentimientos y reclamos de la gente contra inicuos legisladores locales del PAN, PRD, Verde, Panal, PES, Morena y PRI, los que ya se alistan para la contienda electoral por venir.

Cada quien por su lado, los diputados plurinominales –que no son de elección popular–, el panista Eduardo Martínez Arcila, y el perredista Emiliano Ramos Hernández, cognómenes estatales de los partidos PAN y PRD, los más visibles, van encabezando una ristra de diputados prestos a contender.

El magnánimo latir del corazón de los quintanarroenses inspira a los diputados que están preparándose en los camerinos del Parlamento local, mismos que pretenden salir a escena para abrirse –otra vez– paso a una vía de elección popular, y lanzarse en pos de conquistar el ansiado voto, asaz lo está haciendo a cielo abierto el diputado panista, Fernando Zelaya, anhelando el sillón de OPB.

Los priistas se invitan mutuamente a reflexionar, detestando a sus dirigentes, estatal y nacional, Raymundo King y Enrique Ochoa Reza, respectivamente, quienes cooperan con la destrucción, incluso entorpecen el restablecimiento de la máquina de las mil y un batallas, a punto de desrielarse, de descarrilarse.

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