La mujer y su forma de gobernar

La mañana de este miércoles 3 de abril, en mi acostumbrada lectura matutina de periódicos...

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La mañana de este miércoles 3 de abril, en mi acostumbrada lectura matutina de periódicos, me llamó la atención la nota principal de NOVEDADES QUINTANA ROO que textualmente encabezó “Obras de la Colosio llegarán hasta el Ceviche”.

Y me llamó la atención porque de inmediato recordé que un día antes (el martes 2) al conducir mi auto frente a Plaza las Américas, sobre la avenida Tulum, vi a la gobernadora Mara Lezama sobre una de las planchas de concreto colocada en el lugar (dirección de sur a norte), en pleno diálogo con –supongo- uno de los ingenieros de obra.

En realidad no recuerdo la hora, pero a título personal, me dio gusto ver a la gobernadora verificando dicha obra, en plena calle, al lado de un ingeniero, y sin estar cubierta por elementos de seguridad.

Fue entonces que me pregunté: ¿Cuándo viste así a Carlos Joaquín? (de quien algunos dicen que ni siquiera vivió en Quintana Roo durante su mandato) ¿Cuándo a Roberto Borge o a Félix González…? ¿Cuándo?

¡Nunca!

Y no es la primera vez que como ciudadano, que como automovilista, me toca ver a la gobernadora en plena faena. También la vi, junto a la alcaldesa Ana Patricia Peralta, en la colecta de la Cruz Roja, sobre la avenida Bonampak, entre otras ocasiones…

Hace ya algunos años, al platicar con una amiga dedicada a la política-periodismo, ella aseguraba que “muy pronto vendrán las mujeres a gobernar, y entonces habrá cambios”.

-¿Qué cambios? ¿Por qué crees que habrán cambios?- la increpé, un tanto escéptico.

“Somos más sensibles y más sociables”, aseguró.

Será que al final tuvo razón o no, pero lo cierto es que hoy en Quintana Roo es palpable la diferencia del trabajo hecho por la mujer como autoridad. El entusiasmo, la labor de campo, la cercanía con la gente y el encaminar a su gobierno a buen puerto, han marcado diferencias irrefutables.

Los ejemplos son claros. Basta con observar la labor hecha no sólo por la gobernadora, sino también por presidentes municipales femeninas y llevarlas a la odiosa comparación con el trabajo de los hombres.

Hasta hoy, lo hecho por Lili Campos en Solidaridad o Atenea Gómez en Isla Mujeres o Ana Paty Peralta en Cancún, está muy por encima de la labor de gente como Emir Bellos en Lázaro Cárdenas o José Alfredo Contreras en Bacalar, y ni qué decir de Diego Castañón en Tulum, a quien le ha quedado inmenso el traje heredado por Marciano Dzul.

Y menos comprarlas con sus antecesores como Carlos Joaquín o Miguel Ramón en Solidaridad, un verdadero fiasco; con el pestilente gobierno de Juan Carrillo en Isla Mujeres o en el caso de Cancún, pretender comparar el trabajo de Ana Paty con el de innombrables como Paul Carrillo.

El hecho es que autoridades femeninas han demostrado una labor que hasta hace unos años no se realizaba y que es indispensable: Dejar la comodidad de la oficina para salir a las calles, hacer trabajo de campo, proyectos en el lugar, verificar sus avances…

Y sobre todo quitar vallas, obstáculos y escuchar a la gente, convivir con ella, mostrar empatía y reconocer que la sociedad es la que tiene el verdadero pulso de lo que ocurre en su comunidad, en su colonia, en su municipio y en su estado.

Eso es lo que hoy el grueso de la sociedad reconoce y agradece.

Decía mi abuelo: “Para hacer las cosas bien, primero tienes que amar las cosas que haces”…

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