Mucho se habla de la sexualidad en la adolescencia y adultez, pero pocas veces se aborda la sexualidad en los extremos de la vida, esto es, la infancia y la tercera edad. Quisiera compartir con usted algunos aspectos de la sexualidad infantil con la finalidad de prevenir situaciones como, por ejemplo, abuso sexual. 

La sexualidad es entonces una expresión vital de la personalidad, una parte indivisible del ser humano y en consecuencia un elemento constitutivo de nuestra propia naturaleza (L. Aller Atucha 1991, M. Granero 1994) que nos acompaña desde el nacimiento hasta la muerte. 

Así, Freud habló de la sexualidad infantil llamando a los niños perversos polimorfos, ya que el niño puede dirigir sus deseos sexuales hacia cualquier objeto, es importante aclarar que cuando se habla de deseo sexual en la infancia no es lo mismo que hablar de deseo sexual en el adolescente o adulto sino es algo más inconsciente, sin el morbo o desde la concepción del adulto.  

De acuerdo con Ascucy, la sexualidad se va configurando a partir de la interacción del sujeto con otras personas, que actúan como mediadores entre el individuo y la cultura de la sexualidad. Por lo tanto, para comprender la sexualidad en los niños es preciso conocer aspectos del desarrollo en esta etapa. 

Freud divide el desarrollo psicosexual en las siguientes etapas: oral, anal, fálica y de latencia, según la zona “erógena” predominante. 

En la llamada etapa oral la boca es el “centro del placer”, así la lactancia o amamantamiento le brinda satisfacción, agrado y un acercamiento (vínculo) con la madre. 

Y en los siguientes meses aprenderá a conocer sentimientos como enojo, alegría y a obtener placer a través de la alimentación. Continuará.