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El asunto de la futura transición política interna en el Sindicato de Taxistas Andrés Quintana Roo, se empieza a palpar en la opinión de sus integrantes socios concesionarios, como un evento que se llevará a cabo de una manera inusual, por lo que representan los suspirantes a la tan ansiada silla de los trabajadores del volante; conservar y ejercer los cotos de poder es de suma importancia para los grupos Joaquinistas y todavía Borgistas inmersos en esta organización.

Pero no debemos pasar por alto las intenciones de los diferentes candidatos que quieren incursionar en esta actividad que es la de dirigir a sus compañeros taxistas.

Los aspirantes deben tener una radiografía exacta de las necesidades de los más de diez mil choferes y siete mil socios concesionarios.

Los que han llegado a dirigir lo han hecho para solucionar sus problemas económicos personales y luego regresan para instalarse nuevamente como fuerzas políticas que ejercen su influencia dentro de la organización, aunque no estén ya dirigiendo a los integrantes de este gremio sindical.

En noviembre, las elecciones

Pero lo que se avecina es la lucha que se iniciará entre los diferentes frentes interesados y sus seguidores, Joaquinistas y lo que queda de los Borgistas; no debemos de pasar por alto que el sindicato todavía es un monopolio que pide no quedar en orfandad política y aunque exige respeto a la ley, la realidad es que mientras no haya otro sindicato habrá ese tufo de impunidad y corrupción de sus dirigentes.

El asunto es de que cuando se manipula o se anticipa el hablar de las supuestas líneas del sistema, esto ya no es del agrado de los concesionarios, quienes tendrán que ir a la urna el último sábado del mes de noviembre de 2017.

Lo que debería quedar bien claro a los taxistas de Cancún es que el sindicato, no debería de ser utilizado como una plataforma por quienes tienen la intención de llegar y dar un salto al escenario de la política, sino todo lo contrario, se debería de pensar en llegar con la única intención de servir a sus agremiados y velar por el interés de los mismos, de una manera sensible y humana.

Deben recordar que lo que ofrezcan a los taxistas no sean promesas vagas -de que cuando lleguen cambiarán las cosas-, esa no es la mejor manera de conseguir el voto de los agremiados.

Los trabajadores del volante de Cancún están más que decepcionados por las experiencias recientemente vividas, porque no es lo mismo hablar y prometer, que actuar en consecuencia de las promesas emitidas como eslogan de campaña, o proyectos de trabajo muchas veces hechos al vapor sin el más mínimo cuidado.

Hay que revisar y analizar qué es lo que se les promete a los socios votantes, ya que por lo regular esas promesas no son más que fantasía, con la única intención de captar el voto de los taxistas concesionarios y, ya después de instalados en el poder, los ganadores se olvidan de lo prometido.

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