Las deudas ocultas de Carlos Joaquín

Después de la catástrofe llamada Roberto Borge Angulo —ciertamente magnificada por la caja de resonancia...

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Después de la catástrofe llamada Roberto Borge Angulo —ciertamente magnificada por la caja de resonancia de sus enemigos, que fueron quienes llegaron al poder después de su gobierno—, la gestión del yucateco Carlos Joaquín González pareció a propios y extraños como una especie de remanso tras la borrasca. El apocado hijo del tatich Nassim Joaquín Ibarra llegaba con su menos que discreta personalidad a poner orden al estado y se aprestaba para apaciguar las inquietantemente lesionadas cuentas de Quintana Roo, que quedó virtualmente en quiebra.

Medio hermano de un prestigioso funcionario, diplomático y legislador federal, Pedro Joaquín Coldwell —este sí de destacada personalidad y presencia, reconocida incluso a nivel internacional— el discreto contador público que gobernó el municipio Solidaridad solo gracias a la prosapia de su apellido nos parecía algo así como lo que necesitaba la entidad: lo gris de su personalidad acaso compensaría los arrebatos huracanados de su predecesor de ilustre nombre, pero pésima conducta.

Y en efecto: eso creímos casi hasta el momento en que le tocó entregar los bártulos a Mara Lezama Espinoza, sin que esperáramos la seguidilla de sorpresas que muy pronto empezó a salir a la luz: la principal fue la abultada deuda en la que sumió al estado, que se recargó de manera muy onerosa en los proveedores que confiaron en su carita de "yo no fui". Hoy nos preguntamos qué fue peor: el cinismo de Betito o la hipócrita simulación de Joaquín; con el primero, siempre supimos qué esperar —lo peor—, mientras que el último nos tomó por sorpresa, al igual que al gobierno de Mara, la magnitud de la deuda heredada, que en seis años de desgobierno no solo legó los pasivos, sino que acabó de desmantelar al estado en sus bienes y servicios, amén de que —lo que más se le reclama— haberlo entregado en bandeja de plata a la delincuencia organizada, con tasas en los indicadores de la violencia criminal nunca antes tan elevadas.

Con toda seguridad, quedan muchos manejos turbios, transas innombrables y de plano atracos al dinero de los quintanarroenses por ser descubiertos, aunque nos tememos que el velo de santidad que tendió la 4T de Andrés Manuel López Obrador al enviar al ya muy repudiado funcionario como embajador a Canadá pueda evitar que un gobierno correligionario como el actual llegue demasiado a fondo, al menos al grado de poner a Joaquín González en riesgo de caer en la cárcel, función que además cumple su cómplice Yohanet Torres Muñoz como diputada de representación proporcional al ser designada, sin perder en los hechos su condición de "número dos" y de testaferro del huido que, a fue de habernos mentido y engañado a todos, perdió su aura de mátalas callando y hoy por hoy es considerado por la mayoría como un vil pillo redomado, un paria del cual por fortuna su muy decente padre, que cuenta con todo nuestro aprecio y admiración, ya no tuvo que ver las trapacerías de su vástago, que hoy conocemos.

Las cifras se han repetido mucho estos meses, desde que dejó el poder y relucen más ahora en toda su desfachatez de vulgar timador, que provocó el quebranto y hasta el cierre de empresas encabezadas por ciudadanos decentes que, como la mayoría de los votantes quintanarroenses, confiaron en él.

Ya lo sabemos: el gobierno de Carlos Joaquín gastó mucho más de lo que recaudó en el sexenio. Seguimos una nota de Sinembargo:

"La deuda y déficit que el Gobierno de Carlos Joaquín dejó a Quintana Roo sería de al menos 9 mil 815 millones de pesos, de acuerdo con lo denunciado por Eugenio Segura, actual titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación, en una comparencia realizada a finales de octubre en el Congreso estatal.

"De acuerdo con el funcionario, el déficit estructural que heredaron de la anterior administración se generó porque en su Gobierno se presentó un acelerado incremento en el gasto estatal”, que se tradujo en el aumento de pasivos, es decir, que gastaron más de lo que se tenía para cubrir la deuda.

“'Ese déficit se financió con 2,743 millones de pesos de recursos extraordinarios que envió el gobierno federal y 6 mil 072 millones de ese déficit se financiaron con deuda de corto plazo, es decir, 5 mil 669 millones de pesos, y de largo plazo 403 millones de pesos', señaló el funcionario en la comparecencia frente a diputados locales".

Y nosotros que lo veíamos como un chupatintas que por su habilidad con los números iba a componer el desastre que dejó Roberto Borge, pero esta le sirvió solo para hincarle más y mejor el diente al erario, lo que sigue posponiendo el despegue de este estado tan rico de su estatus de pobre y atrasado, por sus cifras, en un contexto nacional que debiera liderar.

Cuando lo que esperábamos era que Mara Lezama se podría dedicar al crecimiento y el desarrollo, lamentablemente tendrá que destinar tiempo, dinero, esfuerzo y mucha disciplina para limpiar el cochinero que dejó Joaquín, de quien creímos, ilusos, que se haría cargo de lo propios con su antecesor.

Si iba a ser igual de transa, preferíamos a Borge con sus desplantes, en vez de un gobernante falaz que se le puso de tapete al presidente para obtener su patente de corso como embajador en Ottawa.

Salió más gandaya que bonito.

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