Lo que no habría que saber

Entendí más de historia y cultura universal con Dietrich Schwanitz, a través de su libro “La Cultura: Todo lo que hay que saber”, que en toda mi formación pre-universitaria.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

También forma parte de la cultura saber lo que no hay que saber.– Dietrich Schwanitz, filólogo e historiador

Entendí más de historia y cultura universal con Dietrich Schwanitz, a través de su libro “La Cultura: Todo lo que hay que saber”, que en toda mi formación pre-universitaria. En el pasado aprendí, sin comprender, pero seguramente soy un caso particular, aislado, y no un reflejo de la educación en México.
Siempre recuerdo un capítulo escondido al final, con el que cierra su obra: “Lo que no habría que saber”. 

Por ejemplo, la vida de los famosos. Schwanitz se refiere a las casas reales europeas, en la actualidad dominada por las peripecias del matrimonio de Kate y el príncipe Guillermo; en México, la equivalencia pareciera estar en las actrices de telenovelas como nos ayudó a comprender nuestro presidente.

El autor hace hincapié en la televisión (falleció antes de la llegada de Facebook). Es muy agresivo con los programas de concursos y los reality-show, programas de sucesos catastróficos y espectáculos como los de Laura Bozzo, simplemente los considera un “signo de estupidez”. 

Involucrando en la misma categoría a los programas dedicados a la música popular, el entretenimiento burdo y prácticamente cualquier iniciativa que podamos encontrar en la televisión abierta mexicana… 

¿Excepciones? Sí, los noticieros, programas de debate, opinión y política (aunque hasta los noticieros han conseguido devaluar, si no me cree vea Matutino Express, con Esteban Arce). 

Critica a los hombres por el arraigado vicio de la fanfarronería, que delata su ignorancia y explica su afición a la competitividad y el deporte. Además del fútbol, afirma que resulta vergonzoso soltar discursos sobre otros temas fuera de la cultura que apasionan a muchos hombres donde, según él, los milagros de la técnica y los automóviles ocupan el primer puesto.

Sin embargo, lo que le provocó mucha crítica fue que separara los conocimientos científicos de la cultura: “Sigue considerándose imposible que alguien no sepa quién fue Rembrandt; en cambio, si no sabe qué dice el segundo principio de la termodinámica…”.

En fin, muchos desearán criticarlo por su estricta concepción de cultura, o para sentirse mejor consigo mismos. Aunque, en realidad, el hombre ya está muerto. Mejor valdría reflexionar.

Lo más leído

skeleton





skeleton