Los fifís también lloran

La revancha es la palabra que podemos usar para definir estos tiempos de redes sociales. No es la justicia ni la reparación de añejos agravios...

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La revancha es la palabra que podemos usar para definir estos tiempos de redes sociales. No es la justicia ni la reparación de añejos agravios, sino el momento de sacar provecho para la venganza.

 La #ConsultaNAIM logró el objetivo y “justifica” las decisiones de @lopezobrador_ al calor de su enorme popularidad y base de seguidores. Pero como era de esperarse el “triunfo” de la encuesta es sólo el principio de un festín de revanchismo, donde el único perjudicado es el usuario, y el ganador, el presidente electo.

 Ciudadanos inconformes con la cancelación del aeropuerto en Texcoco convocaron a una marcha de protesta en la CDMX para el 11 de noviembre, movimiento que inmediatamente ha sido objeto de mofa, memes y hashtags como #MarchaFifi y #ConsignasParaLaMarchaFiFi. Con sólo leer las etiquetas, es evidente de qué lado del mundo digital vienen, y la carga de clasismo inherente, promovido desde el actuar de los afines al próximo gobierno federal.

 De hecho, buscar información sobre la marcha contra la cancelación es mucho más sencilla si vamos directamente a los “trendings topics” contrarios a ella, pues el alcance de los tweets de la “marcha fifi” es enorme, opacando al mismo origen de la convocatoria. Huelga decir que la gran mayoría de quienes han puesto en tendencia esos hashtags, son usuarios muy bien identificados con la así llamada #CuartaTransformación.

 Sin embargo, por más que pueda molestarnos esta burla, no deja de ser real, vamos: no es más que el camino natural de cualquier convocatoria a manifestarse. ¿No acaso hubo burlas encarnizadas contra las marchas organizadas por Morena? Ofenderse por las burlas sería realmente hipócrita, sin que por ello se justifique la esencia detrás de tan malsanos hashtags: el sentimiento de revancha y cacería de brujas que se cierne sobre el próximo gobierno.

 Esta percepción no es producto de una postura partidista, sino de los hechos alrededor nuestro. En redes sociales es palpable la polarización, el encono con que las ideas se han defendido desde finalizada la campaña. Sea Twitter o Facebook, si bien nunca privó el sano intercambio de ideas, hoy en día es mucho más evidente como la burla es el ingrediente principal de las publicaciones, ahondando la división política que sufre el país (al menos digitalmente).

 Lo más triste –al menos para quien esto escribe-, es que entre más divididos sigamos, mucho más fácil será para el presidente electo justificar sus controvertidas ideas al amparo de su ruidosa horda de seguidores: al tener un enemigo bien identificado (“fifís”, “alta burocracia”, “magistrados que no pliegan”), quienes manejan sus redes sociales pueden lanzar las baterías y crear una falsa idea de peligro que justifica eliminarla sin más ni más y a base de twittazos.

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