El odio entre clases como herramienta política
Las clases han existido siempre, incluso dentro de una misma clase social se generan diferencias...
Las clases han existido siempre, incluso dentro de una misma clase social se generan diferencias por circunstancias fortuitas o malas decisiones. Pretender igualar todas las clases sociales ha demostrado ser uno de los experimentos más desastrosos que se han llevado a cabo, la naturaleza misma del hombre le genera el impulso del reconocimiento o el estatus y los mismos sistemas que pregonan la igualdad terminan generando desigualdad mediante estímulos, condecoraciones y privilegios.
En esos casos la estratificación es un círculo vicioso pues el reconocimiento éxito rara vez va acompañado de talento real con consecuencias sociales positivas, sino de fanatismo, represión y violación de derechos.
La cúpula privilegiada de los regímenes de ultraizquierda de la historia como el soviético, el cubano o el norcoreano se ganaron su partencia a una clase alta mediante el asesinato de rivales, el servilismo o la represión, ya pasando hoy en día al curioso capitalismo de estado a ultranza que se gesta en China o que mal quiere imitar el régimen de La Habana.
El papel del estado debe ser velar por la procedencia legal de la riqueza o estatus y de garantizar igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos.
Es importante destacar la igualdad de oportunidades no debe ser igualdad de supervivencia que genera naciones de vagos sino igualdad de oportunidades de superación y de ascenso.
Mientras haya un solo niño mexicano que no tenga acceso garantizado a educación de calidad y salud pública de primer nivel la tarea estará a medio hacer, aunque tenga garantizada su supervivencia a niveles de humanidad básica.
La posibilidad de poder generar riqueza personal, aunque suene mezquino, es el motor más poderoso de la humanidad.
El hombre es un animal ambicioso por naturaleza y eso es imposible de cambiar. El peligro es cuando se redirecciona esa ambición a obtener estatus mediante la envidia (el único pecado que no causa placer dirían algunos) o la denuncia malsana.
Recientemente, el presidente López instó a los mexicanos que vigilasen a sus vecinos para ver cuál estaba prosperando. Es decir, en el caso de que un empresario logre hacer crecer su negocio y se compre un auto nuevo o se mude a una mejor zona es señal de que algo anda mal; no de que gracias a ese crecimiento ahora pueden haber surgido decenas de nuevos empleos o los empleados del negocio viven mejor; lo cual se traduce en ganancia social.
La alusión a vigilancia entre vecinos es una de las alocuciones más lamentables de esta cuarta transformación (ojo: podrirse también es un tipo de transformación).
Trae terroríficos recuerdos de métodos de control social de adversarios usados por los regímenes más sangrientos de la tierra. Este tipo de ideas que se basan en enfocar de manera destructiva el instinto básico de superación del hombre es una de las cosas más espantosas que ha dicho AMLO y deja abierta la puerta a mucha tristeza.
Hermanos contra hermanos y vecinos contra vecinos y el amarra-navajas triunfante con el divide y vencerás.