El mundo de las emociones (VII)

La alegría nos genera altos niveles de energía interior que provoca pensamientos constructivos; genera creatividad, empatía y generosidad en la acción.

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El buen humor habitual, respetuoso y contagioso; la risa o la sonrisa natural y espontánea; la simpatía que nos permite reír con el que ríe, llorar con el que llora, son signos claros -visibles-, irrefutables de nuestra alegría.

Pero lo mejor de la alegría está  en nuestro interior. Cuando,  a pesar de cualquier limitación o contrariedad, provocadas por las contingencias cotidianas, nos sentimos bien con nosotros mismos. 

La alegría nos genera altos niveles de energía interior que provoca pensamientos constructivos; genera creatividad, empatía y generosidad en la acción.

La alegría interior es señal de madurez y estabilidad emocionales que se manifiestan, aun en situaciones adversas, con reacciones proporcionadas y comportamientos constructivos. 

La alegría abre un espacio interior, idóneo para sustituir el pensamiento negativo por uno positivo, para educar las emociones, para armonizar los sentimientos, para moderar los estados de ánimo y poder elegir, incluso en situaciones extremas, la reacción más adecuada. 

Jovencitos, estar alegres es una decisión emocionalmente inteligente que debe tomarse todos los días. Es la buena semilla que sembramos en nuestro interior, a través de buenos pensamientos y buenos comportamientos, lo que nos permite disfrutar cada momento de la vida con una sonrisa natural y espontánea.

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