Paren el mundo que me quiero bajar

Los límites existen aunque algunos sean algo incansables. En redes sociales el borde nunca se ve...

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Los límites existen aunque algunos sean algo incansables. En redes sociales el borde nunca se ve porque los temas está por siempre y para siempre… y la mar de veces sin final feliz. Hoy vivimos una época muy crispada en el mundo digital, al grado que muchas personas deciden sino abandonarlas, alejarse de los grandes temas porque ya el ambiente está insoportable.

De la política al lenguaje inclusivo, pocos temas escapan de la polarización en redes sociales, aunque si hemos de ser sinceros, este fenómeno es casi un epíteto del mundo digital pues con la masificación de internet, todos los usuarios tenemos voz (y voto) en los grandes y pequeños temas de la temporada, aunque tristemente esta situación ha terminado por abrumarnos.

Saliendo un poco del mundo digital, descubrimos que sin importar si somos #millennials #generaciónX o #xennials, nuestra educación topa con pared cuando intentamos procesar el caudal informativo de hoy en día. Si con los medios de comunicación “tradicionales” el choque cultural fue tremendo, hoy con las redes sociales nos encontramos que hasta el vecino en el que no confiamos ni nuestra basura, tiene opinión sincera, real y propia sobre el mundo que nos rodea.

El gran desbarajuste que esto crea en nuestra mente es el origen de las discusiones que infestan las redes sociales. La gran mayoría de los mexicanos somos intolerantes a las ideas de los demás, no somos capaces de entender que el prójimo puede no sólo opinar sino tener razón, e incluso estar de acuerdo con nosotros desde un punto de vista distinto. En internet está todo para crear una convivencia más sana, pero no es la red quien nos impide darnos cuenta de esta oportunidad, sino nuestra errónea percepción tipo Luis XIV: “la red soy yo”.

Pongamos como ejemplo la #CartillaMoral, preámbulo de la #ConstituciónMoral que pretende establecer el @GobiernoMX. De entrada el debate está viciado por la hilaridad: el texto de Alfonso Reyes extrapolado a una realidad muy distinta, ha creado más chistes y memes que una reflexión profunda sobre su contenido, que de entrada no es intrínsecamente malo, pero que significa una discreta imposición de valores por parte del Estado, cuya misión dista mucho de ser el rector moral de la sociedad.

Perdidos en el debate sobre los puntos escritos por Reyes (según adaptados a 2019), poca gente se detiene a reflexionar por qué el Gobierno Federal apuesta por “sugerir” a sus ciudadanos “mejores valores”, siendo que el mismo presidente @lopezobrador_ durante la campaña afirmó que “el pueblo es bueno”, y que lo que está mal es la corrupción “de los de arriba”.

Nadie pone en duda la necesidad de mejorar la convivencia social, pero no creo que sea una idea sana que el gobierno, Estado o presidente, sea quien dicte la pauta, máxime en un momento tan complicado y crispado como el que se vive ahora dentro y fuera del mundo digital.

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