Nunca sin él

Los besos no se miden en instantes, sino en lo fugaces que fueron.

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Nunca. Porque la vida no se mide en años sino en momentos, los besos no se miden en instantes, sino en lo fugaces que fueron, porque las miradas más profundas son las que lanzamos de reojo, y los abrazos más efímeros son los que aún queman en el corazón. 

Nunca, porque nunca sabré olvidarle, porque nunca sabrá de las noches en que me duermo sin dejar de pensarle, o que me despierto a media noche con su nombre adormecido en la punta de la lengua. Porque nunca me sabe a para siempre y en mi para siempre nunca dejaré de amarle. 

Y es que podríamos estar parados sobre la misma luna y no saberlo. No vernos. 

Podríamos estar enamorados y no saberlo. 

Podríamos estar tantas cosas, y no saberlo. 

Nunca. Porque jamás dejaré de sonreírle a su recuerdo imprudente, que cada que me sucede funde una estrella en el cielo. 

Porque jamás dejará de quitarme el aliento o el sueño, porque a pesar de que lo niegue y reniegue, nunca estaré sin él, porque siempre le llevaré conmigo cual sombra, cual destino que, siguiendo la corriente, me arrastra, como la arena encerrada disfrazada de tiempo. 

Nunca. Porque las horas con él me saben más a vida, que la vida que llevo pensando en su recuerdo. Y es que podríamos estar parados en la misma luna... y no saberlo. 

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