López Obrador anda en buen plan

Dos temas derivados de las acciones y decisiones del presidente electo Andrés Manuel

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Dos temas derivados de las acciones y decisiones del presidente electo Andrés Manuel López Obrador nos parecen de contenido altamente positivo para el país y Quintana Roo, porque además van directo al corazón de los principales males del país: la inseguridad que con la que medran los grupos criminales y la pobreza que aqueja a la mitad de la población.

 

Los aciertos serían los avances en el proyecto Tren Maya que, en tanto subvencionado –a pesar de las fantasiosas negaciones de sus fieles, que lo pintaron como un gran negocio– impulsará a regiones del sureste del país muy menesterosas –esa es una de las funciones de los gobiernos republicanos, que deben ser subsidiarios en la distribución de la riqueza nacional–, y el ambicioso y bastante bien planteado Plan Nacional de Paz y Seguridad que, salvo críticos acérrimos, fue motivo de general aprobación.

 

El presidente electo de México, acompañado de integrantes de su equipo de trabajo, presentó en un hotel de la Ciudad de México el Plan Nacional de Paz y Seguridad resumido en ocho puntos para lograr la pacificación del país y devolver a los mexicanos el estadio de seguridad hace tanto tiempo perdido.

 

El primer tema, correspondiente a la más importante bandera de campaña –que en la misma medida benefició a López Obrador y golpeó al gobierno y el partido de Enrique Peña Nieto fue desde luego el de la corrupción: los esfuerzos del Poder Ejecutivo se encaminarán primordialmente a erradicar la corrupción y rehabilitar la procuración de la justicia.

 

Alfonso Durazo Montaño definió muy claramente este clamor nacional contra los políticos que se enriquecen a costa del dinero de los mexicanos al afirmar que por definición la delincuencia organizada no puede existir sin un grado de involucramiento de funcionarios públicos que le brindan impunidad, por lo que ningún esfuerzo contra el crimen fructificará mientras la podredumbre sigua enquistada en las instituciones.

 

 

Se ha comentado que en Quintana Roo –especialmente en Cancún– las recientes revueltas al interior de las corporaciones policiales, incluyendo la expulsión por parte de los uniformados del jefe en Cancún, Jesús Pérez Abarca –que ya volvió a despachar a sus oficinas–, se originaron precisamente en ese propósito, pues un acuerdo con la Secretaría de Marina que ya prevé la instauración del mando único en las policías nacionales estuvo atrás de los nombramientos, incluido el del secretario de Seguridad Pública Alberto Capella Ibarra apunta a esa estrategia que el gobernador Carlos Joaquín González ha sostenido desde el inicios de su gobierno como la más efectiva y ahora coincide con la del próximo presidente. Hay avances, así que seguramente en el Caribe veremos resultados más temprano que tarde.

 

El segundo punto surge muy probablemente de la vocación popular del gobierno entrante, pues aunque en materia económica es errático y pendular –tiene intenciones izquierdistas pero muchas de sus posturas, acaso las más desafortunadas– son típicas de la derecha, verbigracia la famosa austeridad cuya ley pende de alfileres y seguramente será carne de juicios de amparo, pero amén de loable la propuesta de garantizar empleo, educación y salud para todos los mexicanos, a pesar de que siempre se ha dicho mas nunca practicado, es un pilar básico para la prevención de las conductas delictivas y antisociales, y en el caso de Andrés López decirle cómo se consiguen esos nobles fines sería como pretender enseñarle a enlatar chiles a Clemente Jacques.

 

Como jefe de gobierno del entonces Distrito Federal el a veces insidiosamente llamado “Peje” impulsó agresivas políticas sociales cuyas acciones –como es natural– tuvieron diversos niveles de éxito. Los institutos de educación superior exprés y medio patito, destinados a formar profesionistas antififís y enemigos de la “mafia en el poder”, llamados Universidad Autónoma de la Ciudad de México, han fracaso en muchos aspectos, pero siguen funcionando, tienden a mejorar y al final de la jornada tienen egresados de nivel licenciatura, lo que ayuda a elevar el nivel de vida de sus familias, actuales y futuras. Las ayudas económicas a las personas más necesitadas de la Ciudad de México garantizaron el sustento a los habitantes más vulnerables, en especial a los ancianos que sin exageración estaban en riesgo real de morir de hambre. Creemos que esa convicción que le reportó a Andrés Manuel el 52.2 por ciento del voto total en la elección presidencial puede hacer la diferencia en el combate a la delincuencia durante su gobierno en atención a que mientras menos pobre existan menos delincuentes potenciales existirán.

 

HELADA MADRINA

 

Razonando es posible hablar mal hasta de los derechos humanos –por eso algunos de nuestros lectores no nos quieren, pero la razón debe ser tan pareja que no sea chipotuda; ni modo–, y en el tercer punto que pareciera el más razonable de su plan López Obrador se desliza en los terrenos de la inconstitucionalidad.

 

No nos detendremos en los muchos puntos positivos sobre el particular, pues además de obvios son muy sensibles en un país en que los abusos de los poderes institucionales son una tradición tan arraigada como las posadas navideñas, pero hay un serio defecto de origen que al final la Suprema Corte de Justicia de la Nación –cuyos ministros no se pican el ombligo ni juegan canicas con el inminente mandatario– seguramente rebotará, porque sí es una aberración jurídica.

 

Al exponer el asunto, se dijo que se buscará que las recomendaciones del ombudsman sean de obligado cumplimiento. Es decir, que lo que hasta ahora tiene una fuerza moral de primer orden y muy influyente ante las instituciones y la opinión pública, las opiniones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos sobre los actos de autoridad, al ser en un futuro próximo vinculantes –o sea: de ineludible observación, so pena de sanciones para los que las ignorasen– se convertirían en sentencias y el organismo ciudadano e independiente en un poder judicial alterno, lo cual todas las constituciones republicanas del mundo que regulan un estado de poder tripartita –ejecutivo, legislativo y judicial– rechazarían con indignación.

 

Está visto que los asesores sociales de Andrés Manuel son muy duchos, los económicos de regulares a malos y los jurídicos de plano pésimos. La Constitución General dice en su artículo 49 que “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y el artículo 103 define las facultades exclusivas de los juzgadores en estos términos: “Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia que se suscite (I) “Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta Constitución, así como por los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte; (II) por normas generales o actos de la autoridad federal que vulneren o restrinjan la soberanía de los Estados o la autonomía de la Ciudad de México, y (III) por normas generales o actos de las autoridades de las entidades federativas que invadan la esfera de competencia de la autoridad federal.

Por su parte, el artículo 102 constitucional en su inciso B dice a la letra que “el Congreso de la Unión y las legislaturas de las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas competencias, establecerán organismos de protección de los derechos humanos que ampara el orden jurídico mexicano, los que conocerán de quejas en contra de actos u omisiones de naturaleza administrativa provenientes de cualquier autoridad o servidor público, con excepción de los del Poder Judicial de la Federación, que violen estos derechos”.

Pero no cabe la menor duda de los límites de esta prerrogativa; sigue el texto constitucional: “Los organismos a que se refiere el párrafo anterior, formularán recomendaciones públicas, no vinculatorias, denuncias y quejas ante las autoridades respectivas. Todo servidor público está obligado a responder las recomendaciones que les presenten estos organismos. Cuando las recomendaciones emitidas no sean aceptadas o cumplidas por las autoridades o servidores públicos, éstos deberán fundar, motivar y hacer pública su negativa; además, la Cámara de Senadores o en sus recesos la Comisión Permanente, o las legislaturas de las entidades federativas, según corresponda, podrán llamar, a solicitud de estos organismos, a las autoridades o servidores públicos responsables para que comparezcan ante dichos órganos legislativos, a efecto de que expliquen el motivo de su negativa.

“Estos organismos no serán competentes tratándose de asuntos electorales y jurisdiccionales”.

¿Por qué le llenan el camino de piedritas los sus asesores jurídicos y sus legisladores, como el inepto senador Monreal, al presidente electo López Obrador? Quedan dos posibles explicaciones: están tan entusiasmados con la “cuarta transformación” que no se fijan y con toda la buena voluntad lanzan burradas, o de plano son muy estólidos. Usted, lector, escoja.

 

LA DICHA INICUA…

 

Regenerar la ética de la sociedad a través de una constitución moral es el cuarto punto del plan de Andrés López, que aunque suene demagógico y fuera de lugar –será residente, no arzobispo primado– en a país desgarrado por la corrupción y la delincuencia –principal fuerza corruptora, junto a los gobiernos– seguramente nada mal le caería un código extralegal de ese tipo, que a su manera plantearon Mahatma Gandhi y Nelson Mandela.

Platicaremos el lunes sobre los cruciales ejes de acción restantes, del cinco al ocho: reformular el combate a las drogas; emprender la construcción de la paz adoptando nuevos ejes de justicia; recuperación del control de las cárceles y su dignificación, y la formulación de un plan de seguridad pública.

Mientras, en términos generales diríamos como con los chavos de hoy –ellos dicen güeyes–: ¡buen plan!

 

RIP

 

Murió este jueves el gran Fernando del Paso. Noticias del imperio es con mucho la mejor novela mexicana del siglo XX —una de las más grandes del idioma, de todos los tiempos, incluso—, y realizó otras obras que de suyo ya lo habrían colocado en el pináculo de las letras nacionales, como Palinuro de México.

Fue acaso la en mi concepto la poco agraciada escritura del endiosado de las izquierdas setenteras Carlos Fuentes –inexplicable, pues era un dandy– lo que, siendo yo muy joven, me hizo apreciar la enormidad del escritor al que me acerqué alguna vez como adolescente enloquecido ante una rock star por un autógrafo en un libro.

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