Más de 500 vidas le ha costado a Cancún el hecho de que al fin el gobierno federal voltee hacia este que es el principal destino turístico del país, el que más le reditúa ganancias por la llamada industria sin chimeneas, y ponga manos a la obra sobre su seguridad, enviando a 3 mil 200 efectivos de la Policía Militar a custodiar sus calles.

No había otra salida. Era urgente que la federación entrara de lleno a esta ciudad presa de la violencia, de las organizaciones criminales que sentaron sus bases en Cancún –aunque las autoridades lo han negado en reiteradas ocasiones- generando muerte, dolor, miedo y mucha irritación social.

Ha quedado claro que las autoridades estatales y municipales fueron rebasadas, que no cuentan con el personal, ni con el equipo, ni con la preparación para hacer frente a este fenómeno que repentinamente se destapó en esta ciudad hace casi ya dos años.

Fue desde aquella balacera en la que un comando armado arremetió contra la Vice Fiscalía del estado ubicada en Cancún –un día después de aquella masacre en el Blue Parrot de Playa del Carmen-, en enero de 2017.

Desde entonces, Cancún y sus alrededores de la zona norte del estado, ha sido rehén, víctima y centro de una violencia inédita en la Península de Yucatán, con muertes producidas por arma de fuego casi todos los días y que, en lugar de ir cediendo, ésta va en aumento, de acuerdo a las mismas cifras oficiales.

Y es hasta ahora que la autoridad federal da un golpe de mesa y parece estar más decidida a combatir este flagelo que ataca lo mismo a la sociedad en su conjunto que al motor de la economía y el empleo en la entidad, como es el turismo, consciente de que si continúa tanta violencia, la actividad quedaría pronto en el desahucio.

Por ello es de vital importancia que arribe a esta ciudad la Policía Militar, a fin de realizar verdaderas acciones de prevención, sí, pero además de montar una estrategia de inteligencia, de investigación para perseguir a los delincuentes y sancionarlos, como hasta ahora no se ha hecho.

Es indiscutible la imperiosa necesidad de incrementar el aparato de prevención del delito, de aumentar la presencia de  los agentes bien armados por las calles de Cancún, de imponer esta imagen, pero es igual o más importante abatir los elevadísimos niveles de impunidad que se mantienen en esta ciudad y en la entidad en general.

Hay que evitar los actos violentos en la medida de lo posible, pero es aún más importante investigar y perseguir hasta encontrar y sancionar a aquellos que cometen los actos, los responsables de tanta matanza, de tanto asalto, de tanto robo y de tanta extorsión.