Perdidos en la honestidad

Las redes sociales representan aún una gran oportunidad para el desarrollo de ideas singulares, algunas tan extrañas...

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Las redes sociales representan aún una gran oportunidad para el desarrollo de ideas singulares, algunas tan extrañas, que poco creerían que se puede sacar provecho de algo tan sencillo.

Bajo esa premisa se creó Sarahah.com, una especie de red que en resumen, originalmente se creó como un buzón de sugerencias sin cámara de video vigilancia en los alrededores; pero la evolución propia de la idea la transformó (por no decir banalizó) en lo que hoy es: una aplicación más para tirar tierra a medio mundo.

Hace tiempo que internet, tras su popularización, da cabida a todo el mundo. Literalmente, todas las formas de pensamiento tienen derecho a salir a la luz digital, y Sarahah no podía (ni quería) quedarse fuera de la libertad de expresión de la web. Sin embargo, cuando el gran público se topa con algo medianamente interesante, rápidamente esto se vuelve en algo por demás poco atractivo.

Sarahah ha logrado lo que muchas otras aplicaciones ya hicieron: sacar de la oscuridad los problemas mentales de una sociedad cada vez más recluida en sí misma. Para muchos, la idea de lanzar comentarios al aire y amparo del anonimato carece del más mínimo sentido, por no decir de originalidad, pero deteniéndonos un momento a pensar, podríamos notar que el refugio de la incógnita, del secretismo y las sombras, es precisamente lo que muchísimos usuarios de las redes sociales están buscando ahora, cansados tal vez de que todo cuando se comparte, tiene una consecuencia en la red de redes.

Alertados por su crecimiento, los tres empleados que tiene el sitio creado por Zain al-Abidin Tawfiq, afirmaron en una entrevista con el diario Financial Times que tomarán medidas para evitar que la plataforma se utilice para fomentar el acoso cibernético. El problema está en que, cuando comience la aplicación de restricciones, será el fin de Sarahah, y el peligro buscará otra página, aplicación o red social.

¿Qué nos puede demostrar el uso de esta nueva moda? En primera, que los ciudadanos digitales no saben manejar la honestidad verdadera, esa que implica decir (o “tweetear”) la verdad con el debido respeto de ambas partes. Hoy se busca crear el menor daño posible al decir “la verdad”, sencillamente porque (como se diría en cierta película) en la web ya no se sabe cómo manejarla, pues todos estamos en la mira y lo que escribamos, sea lo que sea, termina por incomodar a otro, que seguramente armará un lío en las redes sociales que podría dar al traste con nuestra identidad digital.

También vemos cómo la sinceridad de hoy en día es sólo un sinónimo de la palabra “halago”, pues los propios usuarios de la página entrar buscando celebrar los comentarios positivos o negativos que reciban, siempre y cuando sean obsequiosos y condescendientes con la imagen que proyectan en sus otras redes sociales, no tanto ya por la curiosidad de saber qué opinan de ellos o para decir un par de verdades muy necesarias.

Por último, y tal vez lo más triste, es que Sarahah nos restriega una vez más el poco valor que tienen la originalidad y honestidad, pues si ambas no están acompañadas de estridencia, simplemente se pierden como un grano de arena en el desierto de Arabia Saudita.

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