En riesgo mental

Ahora es más habitual también encontrarse a personas neuróticas que ejercen violencia.

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Las secuelas de una ciudad que crece de forma desordenada, se refleja en su población. Ahora es más común coincidir con vendedores, mujeres con niños en brazos, pequeños en los camellones pidiendo dinero, y artistas de la calle, transitando por este polo turístico en busca del pan de cada día, en busca de sobrevivir a un destino privilegiado en turismo, ubicación geográfica, conexiones áreas y hoteles de lujo, pero en donde no todos son los beneficiados, no todos tienen las mismas oportunidades.

Ahora es más habitual también encontrarse a personas neuróticas que ejercen violencia; y es que en una ocasión me tocó presenciar afuera de un banco a un motociclista que se quitó su casco y dejó su moto para buscarle pelea a un peatón que se atravesó en su camino; días después una persecución de taxistas a trabajadores de Uber (que es ilegal, según las autoridades), cerrándoles el paso y provocando un accidente múltiple en que una persona que había tomado el servicio sufrió un golpe en la cabeza y no sabremos las secuelas porque además la gente es indiferente a la realidad de otros.

Ahora es más común ver deambular por la zona centro de la ciudad a personas con trastornos mentales y esto comienza hacerse parte del paisaje. Y entonces, ¿qué Cancún estamos soñando?

Definitivamente hace falta orden, reflexión y acción, y lo digo en tres palabras porque si pusiera más no me darían las líneas de este espacio para expresar mi gran preocupación por un Cancún que para mí es un paraíso natural y su belleza traspasa las fronteras, pero también esa belleza se opaca y aprieta el corazón entristecida por el destino, ya que muchas veces veo la transformación que ha tenido en la última década: ya no es el lugar seguro, ya no es del sueño caribeño, ahora es más violento y con más desapego por parte de los ciudadanos que lo habitan. No todos somos así, cabe destacar que entre todas las cosas negativas también hay un enorme trabajo de los que estamos enamorados y pretendemos aportar desde nuestra labor una semilla.

Pero de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia de los trastornos mentales continúa aumentando, y causando efectos considerables en la salud de las personas y graves consecuencias a nivel socioeconómico y en el ámbito de los derechos humanos en todos los países. Quintana Roo no se encuentra ajeno a las más de 300 millones de personas en todo el mundo que padecen depresión, ya que a nivel nacional ocupamos los primeros lugares en suicidios.

Ante este escenario de tantos problemas mentales entre la población se deberían redoblar los esfuerzos para la atención oportuna desde el sector salud, porque a pesar de que existe la Unidad de Especialidades Médicas del Centro Integral de Salud Mental, todavía hace faltan más sitios de contacto psicológico para que muchos puedan expresarse y atenderse y así prevenir tantas historias de tragedia.

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