La epidemia contagiosa por vía oral o redes, denominada fanatismo, amenaza convertirse en pandemia nacional en virtud de ampliarse hasta las formas de nuevos gobiernos recién elegidos, que siguen absolutamente un guión de rechazo al neoliberalismo y presumen ser izquierdistas a su manera sin comulgar con las teorías comunistas o de izquierda.

En lo personal y absoluta opinión de 75 años vividos intensamente y consultando las diferentes teorías del socialismo, capitalismo y todos los ismos de liturgias o dogmas en el estilo de gobernar atendiendo a intereses particulares o de grupo cuyo común denominador es el poder político, económico, religioso o militar; de los cuales observamos un intervencionismo rampante, justificado como defensoría de la democracia.

Nuestro México vive un período diferente a lo visto y relacionado con los anteriores desde la independencia, revolución y asunción al sistema constitucional republicano; el régimen político electoral se pronunció por reconocer a Andrés Manuel López Obrador, el triunfo en las urnas, así como las mayorías en el Congreso de la Unión, estados y nunicipio que al unísono estuvieron en el proceso de julio del 2018.

El precedente y efecto observado antes de asumir la presidencia de México se notó con simpatía o fanatismo del votante y no, fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) con cargo al erario con más de 12 mil millones de dólares estadounidenses; la decisión de construir un aeropuerto en Santa Lucía; la amnistía a delincuentes dejando en estado de indefensión a los agraviados; destinar 6 mil millones de pesos para el tren maya con indefinición de rutas y destinos; permitir el robo de combustibles en los ductos de Pemex sin estrategia y adquiriendo pipas sin concurso administrativo; permitir el bloqueo de vías férreas en Michoacán paralizando diferentes industrias exportadoras y paralizando el transporte ferroviario.

Repartir recursos generados vía impuestos y productos de los contribuyentes, ignorando que la forma de desarrollar un país en forma sostenida no es un populismo de dádivas, becas, duplicidad de pensiones, bajar impuestos pero no los precios de gasolina y eliminar un invento impositivo genial como el IEPS. ¡No!, al trabajador se le debe un largo período de omisión al costo del salario o poder adquisitivo que protagónicamente palió con 14 pesos y centavos; hacia dónde vamos y si está equivocado el rumbo, cuándo se corregirá, y ¡Al tiempo!