Llegó el día de la limpieza a fondo de la casa y, como siempre, llegó la Regina presumiendo un cuerpo perfecto con el mínimo indispensable de ropa. Los vecinos, como siempre, asomados sólo para verla y guardar la imagen en su provisión de sueños. 

Don Pedro, que vive al principio de la calle, le dijo: “Preciosa, ¿te gustaría tener una sesión sexual cariñosa, delicada y larga?”. “¡Claro que no, Don Pedro!”. “¡Perfecto! Entonces ven, subamos a mi cuarto. Sólo dile a tu mini falda que siga su camino, tú te puedes quedar”. Pobre Regina, eso le debe pasar todo el tiempo y en todas partes.

“¿Cómo estás, Regina?”. “Muy bien, Don. Aunque todo ha estado subiendo de precio y más ahora que se acerca la Navidad”. “Sí, está cada día más difícil, Regina. Ya ni dormir tranquilo se puede”. “Yo duermo como bebé, Don”. “¿De verdad? Qué suerte tienes”. “Ni crea. Me despierto cada dos horas llorando”. “Regina…”. “Anunciaron que subirán a 80 pesos el salario mínimo el próximo año, Don. En lugar de salario mínimo, deberían llamarle Salario Tormenta”. “¿Por qué?”. “Porque nunca se sabe cuándo va a venir ni cuánto va a durar. También podrían llamarle Salario Cebolla, porque lo ves, lo agarras y te pones a llorar”. “Regina…”. 

“La abuela le llama Salario Precoz”. “¿Precoz?”. “Sí, Don, porque apenas entra, y se acaba”. “La solución está en pagarle a los políticos el salario mínimo a partir de enero, Regina. Te aseguro que las cosas cambiarían muy rápido. Extraño la época cuando pensaba que a la edad que tengo ahora, ya no tendría problemas de dinero”. “Hay que dejar de promover la opulencia económica, Don y promover la opulencia física”. “Pues vas por buen camino, Regina”.