Pescador da gracias por tercera oportunidad para vivir (Video)

Se hincó en la entrada de la capilla del Perpetuo Socorro y avanzó hasta el altar.

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Dio gracias a sus santos por regresarlo sano y salvo, luego de estar 24 horas perdidos en altamar. (Eric Galindo/SIPSE)
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Eric Galindo/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Roberto Carlos N ha sido pescador durante 25 años, en ese tiempo ha visto a 15 de sus compañeros salir al mar y no han regresado a casa. La mañana de ayer se hincó en la entrada a la capilla del Perpetuo Socorro, de Puerto Juárez, y avanzó de rodillas para llegar al altar, donde dio las gracias a sus santos por regresarlo sano y salvo, después de estar 24 horas perdidos en altamar.

La mañana del pasado martes, salió a alta mar, pensó que sería la última pesca de su vida al quedar a la deriva junto con “La Comadre” y “El Mono”, dos de sus compañeros de la cooperativa “Horizontes Marinos”.

El Perrito”, como le dicen sus amigos, compró una veladora y un rollo de flores. Es mediodía, lo acompañan sus hijos, su joven esposa, en sus brazos carga a su nieto, se dirige a la capilla que está sobre la avenida Puerto Juárez para agradecer de estar vivo.

En el camino, contó parte de su historia, la cual ha sido difícil desde pequeño. Sólo tiene hasta quinto grado de primaria, sus padres ya no quisieron darle estudios. Su situación familiar lo obligó a convertirse en pescador desde muy joven.

Es padre de ocho hijos, con tres diferentes esposas, y uno que viene en camino, dos de ellos ya fallecieron. Se siente agradecido con la vida por su gran familia.

Ese día, llegaron a un punto cerca de Isla Contoy para iniciar la pesca, en la primera captura se dieron cuenta que la propela se le había caído al motor y empezaron a navegar a la deriva.

La corriente y el viento, que soplaba de sur a norte, los llevó a unos 15 kilómetros al norte de la isla, rumbo a Holbox. Eran cerca de las 14:20 horas cuando vieron a otros pescadores por la zona y les pidieron que los remolcara.

Los remolcaron y regresaron cerca de Contoy, les dijeron que informarían a las autoridades de Marina para que los fueran a rescatar, pero la corriente los volvió a alejar del lugar. Llegó una lancha de la Armada de México, pero no los localizó y se retiró de la zona.

Se hizo de noche, la falta de alimento y agua hizo que empezaran con dolores de cabeza y de estómago. No se dieron por vencidos, idearon varias cosas para poder regresar a tierra, una de ellas era que dos nadaran remolcando la lancha y uno arriba para guiarla con el timón, pero no les resultó.

Eran las tres de la madrugada cuando el viento cambió de dirección de norte a sur, fue entonces que hicieron una especie de vela con un pedazo de manta, con la que tapan la hielera, utilizaron un tubo de PVC, reforzado con varilla, el cual usaron como mástil, y con cuerdas amarraron los extremos de la tela a la estructura de la lancha.

El invento les funcionó, vieron que avanzaban lentamente hacia las costas del litoral. Por momentos pensaron que no lo lograrían por las olas de casi diez metros de altura, se aferraron a la vida y a la embarcación.

A las 15 horas del miércoles, llegaron a un punto donde sus celulares tuvieron recepción y él le marcó a su hija, quien dio parte a Capitanía de Puerto y a la cooperativa. 

La corriente los había acercado a pocos kilómetros de tierra firme, estaban entre Isla Contoy e Isla Mujeres cuando llegó una embarcación de la Marina, también una lancha de la cooperativa, quien les llevó una nueva propela.

La embarcación oficial los escoltó hasta Isla Mujeres, donde le colocaron la propela. A las 21 horas estaban llegando sanos y salvos a Puerto Juárez, para reunirse con sus familiares que los estaban esperando.

“El Perrito” juntó las palmas de sus manos, empezó a rezar y después santiguó. Dio gracias a su Dios por darle la tercera oportunidad de vivir, la primera fue cuando le diagnosticaron que un riñón no le servía y la segunda fue una descompresión que lo dejó inmóvil de los pies por varios meses.

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