Primarias de Bacalar, rodeadas de pirotecnia

Ante la falta de vigilancia, los expendios de abarrotes ubicados cerca de las escuelas ofertan a los menores petardos y "huevitos", sin contar con los permisos.

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A la salida de la escuela, los estudiantes se dirigen a las tiendas cercanas, donde además de matar el tiempo en las maquinitas, adquieren bombitas sin medir el peligro. (Juan Carlos Gómez/SIPSE)
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Juan Carlos Gómez/SIPSE

BACALAR, Q. Roo.- Pese a que el director de Protección Civil, Porfirio Valencia Ramírez, explicó que las tiendas de abarrotes no han recibido ningún permiso para vender fuegos artificiales, la realidad es que muchos de los establecimientos lo hacen. “Nos dijeron que con ‘Pinocho’ están vendiendo”, dijo el funcionario. 

 
La tienda “Mi Arbolito”, ubicada en la avenida 5, entre las calles 16 y 18, mejor conocida como “Pinocho”, como le llaman al dueño, es una de las que oferta los “huevitos”, mismos que según contó AP.P. usó el lunes pasado, cuando por accidente ocasionó un incendio en su casa, dejándola en cenizas. 
 
Según explicó el niño de 10 años, compró los “huevitos” en la tienda “Tendejón El Morro”, la cual se ubica a escasos metros de la Escuela Primaria “Tenochtitlán”, en donde estudian él y su tío J.P.Z., de 11 años.
 
En “El Morro”, los infantes se reúnen al final de su jornada escolar, la mayoría en las maquinitas, en donde pasan su tiempo libre. Según la tendera del lugar, tiene semanas que no vende ninguna clase de fuegos pirotécnicos, pero los infantes fueron específicos en decir dónde consiguieron los “huevitos” con los que incendiaron su casa.
 
En el lugar del accidente, la señora Clara Zavala Ramos, abuela de A.A.P., gritaba al ver su casa en llamas y pedía que no se vendiera explosivos a los niños, porque las consecuencias pueden ser lamentables, principalmente en las colonias más humildes, en donde los techos de guano facilitan la propagación del fuego. 
 
Cerca de las primarias que hay en Bacalar, incluyendo a la “Cecilio Chi”, “Margarita Maza de Juárez”, “Rafael Ramírez Castañeda”, “Joaquín Baranda”, “Tenochtitlán” y “Wilma Gamboa”, hay alrededor de tres tiendas.
 
Con la módica cantidad de un peso, los infantes adquieren tres “huevitos”. Los comerciantes los compran entre 20 y 30 pesos la bolsa con 80 de las bombitas; se surten con aproximadamente diez bolsas. “El señor no ha venido a vender”, señala la empleada de “El Morro”.
 
En el caso de la “Tenochtitlan”, dos de las tres tiendas que hay a su alrededor venden fuegos pirotécnicos. La tienda deabarrotes “El Naranjo”, ubicada a pocos metros de la primaria, incluso vende petardos a los menores. “Nada más no digan que yo se los vendí”, les explica a los estudiantes el tendero, según contaron los mismos compradores.
 
“Me gusta como se ve en la noche”, explica un estudiante del sexto grado de la primaria “Tenochtitlan”, además, aseguró que en su grupo de 28 estudiantes, prácticamente todos juegan con pirotecnia. “Si acaso una que otra niña que no juega, pero la mayoría lo hace”, contó el menor.
 
“Incluso A.P.P. y J.P.Z., al ver los ‘huevitos’, quieren jugar con ellos nuevamente, estos no se curan de espantos”, dice uno de sus familiares.
 
Las bombitas más populares entre los menores son los petardos, que fácilmente pueden conseguir en “El Naranjo”, con la condición de que no le digan a nadie. Hasta la fecha, las autoridades correspondientes no han tomado cartas en el asunto para controlar la venta de fuegos artificiales en la ciudad. 

 

(Edición: Rafael Pérez)

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