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La guerra sucia comenzó ya para el proceso electoral en curso y las redes sociales como Facebook y Twitter han sido el medio para ello, hecho que resulta difícil de controlar para la autoridad electoral. Hay quienes siguen pensando que en la guerra y el amor todo se vale, incluyendo las luchas políticas. Por ello les parece más que normal el hacer las llamadas “guerras sucias”, aunque no les den o reconozcan esa denominación en las campañas políticas.

Lo que esperamos los electores y quienes no pueden votar también –aunque de entrada y según la experiencia será mucho pedir– es ver campañas de altura, con más propuestas que descalificaciones, con más recorridos y acercamiento a la población necesitada de soluciones, que grandes mítines con cientos o miles de acarreados.

Ojalá valoren y estén conscientes de que es muy corto el tiempo para estas campañas como para que lo malgasten en la famosa guerra sucia, en descalificaciones que denigran primero a quienes las emiten, y después a la propia política. Los insultos, las burlas, el ridiculizar al otro, lo ven como normales. Pero también se vale así la denostación, la injuria, la difamación, la calumnia, la mentira en general, lo son también válidos para esa gente. 

Escuchamos todo el tiempo sobre moches, corrupción y abusos de autoridad, sin saber que lo único que se está logrando es convencer a la ciudadanía de no acudir a las urnas en lugar de votar por un candidato con proyecto. En la actualidad los electores han cambiado no sólo en sus características sino en la forma de planear su decisión; hoy los ciudadanos tienen en sus manos el poder de decidir y votar por quien ellos decidan; ya no votan por ideologías, sino por aquel candidato que mejor representa sus intereses. 

Como un botón de muestra tenemos que existen personas con mentes maquiavélicas que están filtrando memes en las redes sociales y que en su mayoría son instrucciones. Y es que solo basta dar una pequeña revisada a las diferentes redes sociales y de inmediato se da uno cuenta de la intensidad con al que se está desarrollando la llamada “guerra sucia”. Sí bien la intensidad es alta, también está muy claro que los candidatos están utilizando los mayores recursos tecnológicos de que se dispone, los famosos “troles” y demás figuras que se utilizan. 

El asunto que veo peligroso es que hay sectores de la población que no entienden que se trata de “guerra sucia” y se toman muy a pecho los insultos y las descalificaciones, incubando con eso, odios y generando actitudes hostiles que se pueden volver peligrosas y sobre todo, salirse de control. 

La guerra sucia en la política ha sido en los últimos tiempos, un instrumento del marketing político que ha tenido un éxito rotundo, pues se usa como estrategia para debilitar, desprestigiar y vulnerar al contrincante. 

En estos momentos en nuestro estado, los encargados de las estrategias de campaña de los distintos partidos políticos con mayor presencia, han visto los buenos resultados de la guerra sucia, pues el electorado se deja llevar más por los rumores, mentiras o verdades con tintes morbosos, que por la información que puedan tener sobre determinada plataforma política o candidato, o simplemente por las mismas convicciones de los ciudadanos.

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