Radiografía del rezago

Detrás de la imagen glamorosa y cosmopolita que vende Quintana Roo ante el mundo...

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Detrás de la imagen glamorosa y cosmopolita que vende Quintana Roo ante el mundo y que lo ha convertido en el indiscutido estado líder en turismo y en generación de empleos en México, se esconde una realidad dolorosa que contrasta con los lujos y el oropel de sus bellos destinos de playa y arena, realidad que día con día viven miles de habitantes de las zonas rurales de la entidad más joven del país en las que el rezago social y la pobreza son la norma.

Por las características de la entidad, su población rural representa apenas el 12 por ciento de la población total según el último Censo de Población del INEGI (2010), aunque la proyección es que este porcentaje siga disminuyendo.

Según esta estadística, son alrededor de 150 mil quintanarroenses los que viven en alguna de las pequeñas poblaciones rurales, la gran mayoría de ellos en condiciones deplorables tanto sociales como económicas.

Aproximadamente la mitad de estas localidades rurales se concentra en solo cinco municipios: Othón P. Blanco, que por sí solo alberga a un tercio de la población rural; Bacalar, Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Lázaro Cárdenas.

Estos municipios comparten algunas características comunes, como los altos índices de pobreza, la falta de oportunidades de empleo y el nulo desarrollo económico regional.

Incluso Othón P. Blanco, cuya cabecera es la capital del estado y tiene dentro de su territorio a Mahahual, uno de los principales destinos del sur de la entidad, atraviesa una crisis económica sin precedentes que es mucho más visible en su extensa zona rural, que abarca toda la ribera del río Hondo y la marginada zona limítrofe con Campeche.

La única actividad económica que se ha abierto paso en la región rural del municipio capitalino es la siembra de caña de azúcar, insuficiente para dinamizar la región. La ganadería está en pañales y no existen industrias de transformación que estimulen la producción.

El escenario se repite en los demás municipios del centro-sur de Quintana Roo, como Bacalar, José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, donde existe un gran potencial para el desarrollo de la agricultura, la ganadería y la actividad forestal que no ha sido detonado debido a la falta de interés tanto de las autoridades gubernamentales como de los propios productores.

De hecho, la producción primaria ha mermado de manera notable en casi todas sus variantes. De 2000 a 2015 se desplomó la producción general en agricultura, ganadería, apicultura y pesca, a pesar de que en el mismo periodo se invirtieron miles de millones de pesos para estimular el desarrollo de proyectos para el campo.

Los millonarios recursos públicos inyectados exponen el fracaso de las políticas públicas destinadas a las zonas rurales, pues los municipios de la zona maya, José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, se encuentran entre los más pobres del país, mientras que los otros tres municipios con alto porcentaje de población rural de la entidad los siguen de cerca.

El problema de la marginación en esta zona es muy complejo e influye factores que han acentuado la pobreza. La combinación fatídica de políticas gubernamentales paternalistas que contribuyen a la desidia, el establecimiento de “liderazgos” campesinos más interesados en hacer política –de la mala– que en detonar el desarrollo de sus zonas, y autoridades con miopía crónica que solo han aprovechado la oportunidad para saquear al campo.

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