Reelección, el plan B de Luis Torres

Rankeado por el propio líder del PAN estatal, Juan Carlos Pallares Bueno...

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Rankeado por el propio líder del PAN estatal, Juan Carlos Pallares Bueno, como uno de sus cuadros mejor posicionados, el alcalde capitalino, Luis Torres Llanes, parece tener el camino allanado hacia una anhelada candidatura a la diputación federal por el Frente Amplio conformado por PAN, PRD y MC, aunque ha puesto freno al destape público de sus ambiciones por mera prudencia política.

En una prematura conferencia de prensa, el dirigente blanquiazul presumió al ex priista Luis Torres –cosas de nuestra surrealista política mexicana– como uno de sus activos principales rumbo al 2018, asegurando que mantiene el mejor promedio de aceptación de todos los alcaldes del “cambio”, por encima de Cristina Torres, de Playa del Carmen, y de Perla Tun Pech, alcaldesa de Cozumel.

La exaltación de la figura de “Licho” fue interpretada como un adelantadísimo destape, ya que el líder partidista dejó claro que Torres Llanes sería candidato, y aunque no dijo para qué posición competiría, se sabe que la aspiración del alcalde chetumaleño es llegar a una curul en San Lázaro.

Sin embargo, cauto como es, Luis Torres mantiene bajo la manga la carta de la reelección por si las circunstancias no le favorecen, pues aunque a simple vista luce como el candidato natural a la diputación federal por el capital político cosechado a golpe de campaña en 2016 y que conserva aún a pesar del desgaste de un difícil primer año de gobierno, las aguas dentro del Frente Amplio están cada vez más revueltas y las negociaciones para cada una de las candidaturas serán pulseadas de campeonato.

El edil capitalino sabe de política. Su trayectoria de tres décadas en el PRI, casi siempre detrás de bambalinas, le hizo ganar sabiduría y la experiencia suficiente para mantener la calma en momentos complicados. Está bien consciente que va un paso adelante en la lucha por la candidatura a la diputación federal, pero también tiene claro que en política, los castillos en el aire casi siempre se desploman.

Pero que nadie se engañe, la diputación federal sigue siendo su principal objetivo y la reelección la contempla solo como una válvula de escape, un “seguro” en caso de que la tromba de las negociaciones previas al proceso electoral hunda su sueño de llegar al Congreso de la Unión.

                                            La ecuación electoral de Fernando Zelaya

Como chef principal de la Comisión de Transporte del Congreso local, el diputado Fernando Zelaya Espinoza, serio aspirante a la alcaldía capitalina por el PAN y aliados, cobró notoriedad esta semana al presentarse la esperada Ley de Movilidad, que contempla la regulación de plataformas digitales como UBER y Cabify, entre otras interesantes novedades.

Muchos -me incluyo– aplaudieron la iniciativa impulsada por Fernando Zelaya, ya que a pesar de que en un primer vistazo la ley parece demasiado ambiciosa y poco práctica en algunos aspectos, cumple con la idea de generar una normativa integral para mejorar la movilidad y el transporte en una entidad en franco crecimiento, además de que propone la creación de figuras administrativas para poner un poco de orden en el caos.

Pero al mismo tiempo el político panista se convirtió en el enemigo público número uno de los taxistas quintanarroenses, incluyendo los chetumaleños, que aunque son los menos damnificados por la inminente legalización de UBER, por un sentido de unidad gremial también se sumaron al linchamiento del diputado.

Los enardecidos taxistas preparan una ofensiva contra la Ley de Movilidad y amenazan con tomar “represalias electorales” contra los involucrados, lo que puede abollar las aspiraciones de Zelaya Espinoza.

La aritmética política no es una ciencia exacta, pero en la ecuación electoral de Fernando el resultado es incierto, porque si bien con esta iniciativa ha ganado popularidad y simpatías de un sector de la población, podría tener en contra a los taxistas, que siempre pesan en las contiendas electorales y no solo por los votos de su organización, sino por su activismo.

¿Saldrán con número positivo las cuentas de Fernando Zelaya?

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