Nochebuena, como cualquier otro día para los niños de Bacalar

Para algunos infantes la ilusión de que el viejo barbón vestido de rojo y blanco les trajera algún juguete no existió.

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Los pequeños juegan con instrumentos que les brinden la imaginación suficiente para divertirse. (Javier Ortíz/SIPSE)
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Javier Ortíz/SIPSE
BACALAR, Q. Roo.- Santa Claus no llegó para todos los hogares del municipio de Bacalar, principalmente en el área rural, donde los pequeños vieron transcurrir la Nochebuena como cualquier otro día, pues para ellos no existió la ilusión de que el viejo barbón vestido de rojo y blanco les trajera algún juguete para estrenar.

Lucía Balam, de la comunidad de Blanca Flor, comentó que la Nochebuena y la Navidad, son celebraciones que utilizan las grandes cadenas comerciales para incrementar sus ventas estas fechas. En las comunidades rurales, lejos de preparar una cena abundante y juguetes para sus hijos, esa noche la destinan para esperar la llegada del “Niño Dios” en la iglesia del pueblo.

Para hacer más amena la velada, las madres de familia se organizan para llevar arroz con leche, tamales, codzitos, horchata, empanadas y demás antojitos para repartir entre los presentes por igual y en algunos casos, hasta dulces para los niños que participan en la celebración, “pero definitivamente no existe la costumbre de obsequiar juguetes, porque nuestra economía no alcanza para eso”.

Los pequeños como todos los días, juegan con descompuestos juguetes, porque no importa el tamaño ni la marca, tan sólo un instrumento que les brinde la imaginación suficiente para divertirse, en medio de la inocencia de su niñez, que no les permite reparar la pobreza en la que viven.

Las familias bacalarenses que viven en las 57 comunidades rurales que integran este extenso municipio, viven una de las peores crisis, tras sufrir pérdida en sus cultivos que les permitía cierta solvencia económica. Sin embargo, las lluvias que azotaron la entidad los últimos meses, dejaron bajo el agua gran parte de los cultivos.

Esta situación empeoró si es posible, la situación económica de las humildes familias que se han visto en la necesidad de adquirir por sus medios maíz para su consumo. Las más pobres, han tenido que consumir los granos descompuestos, como única alternativa, como el caso de más de 500 personas que viven en San Isidro La Laguna.

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