Sí habrá cambios y despidos

Una especie de luna de miel vivió con su pueblo la gobernadora María Elena Lezama —muy conocida...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Una especie de luna de miel vivió con su pueblo la gobernadora María Elena Lezama —muy conocida desde sus tiempos de locutora como Mara— durante el compás que se extendió desde su mensaje con motivo de su primer año de gobierno hasta las festividades patrias.

No le metió dinero a su imagen, tampoco compró conciencias en los medios de comunicación aparte de los convenios de publicidad bastante razonables y que, a diferencia de otros sexenios, no han sido velados: la conexión con la gente fue personal, derivada, sí, de su personalidad y simpatía, pero más de los visos de lo que se plantea como un gobierno de prioridades populares.

Pareciera una gran noticia para la gobernadora, y lo es, en muchos sentidos, más el tamaño del compromiso que despiertan las expectativas de la sociedad es enorme: no se va a cumplimentar solo; requerirá de un enorme esfuerzo y de un compromiso de gobierno mayúsculo. Los atrasos y carencias en Quintana Roo son severos, y Mara Lezama, según los compromisos recién signados, tiene un puñado de años para solventarlos.

No quisiéramos pecar de ilusos, pero la verdad es que hasta el momento los indicios apuntan a que los pasos en el sentido correcto se darán, porque aunque no utilizan la inmunda palabra neoliberal reingeniería —válganos el señor— lo cierto es que por lo menos una reinvención del gobierno es lo que se está dando: es evidente que el gobierno actual no quiere de ninguna manera asumir una actitud revanchista con el anterior —de hecho, la transición fue, por lo menos, muy civilizada—, ni una disputa en un círculo de tiza caucasiano, ya por extemporánea, ya por inútil.

Tenemos noticias de corrillos murmuradores de que la instrucción es que, ahora que el bono de la novatada está expirando, el ejercicio gubernamental sea estrictamente puntual, efectivo y en correlato con el cumplimiento de las demandas ciudadanas. Cronos no perdona, así que, luego de sincerarse tanto con sus gobernados, la mandataria estará obligada a cumplir a carta cabal. Se acabó la fiesta: el trabajo se intensificará. A gobernar se ha dicho.

La gobernadora es mediática por excelencia —su larga trayectoria en su carrera profesional como comunicadora y periodista la ubican en esos platós—, así que aunque no lo pretenda estará en el tiro de cámara de los medios, pero esa no será su ocupación: las prioridades de su partido, que es el mismo del presidente Andrés Manuel López Obrador, no se ubican frente a las candilejas.

Sí, fue lindo, muy lindo: llegó al poder la primera mujer en gobernar Quintana Roo, a 47 años —una vida— de que Griselda Álvarez Ponce de León asumiera la gubernatura de Colima como primera mujer en un cargo equiparable. Cierto, muy cierto: la gobernadora de Quintana Roo —al igual que su remota antecesora colimense— nunca utiliza su género para hacer política, salvo cuando fuere menester en defensa de las mujeres y contra sus vulnerabilidades. Más después del alborozo del primer año, ya lo único que tiene por hacer es gobernar bien. 

No parece para nada quedarle grande a Lezama tal misión: más allá de su codependencia aparente con el presidente del país, sus relaciones estratégicas con todos los actores en el escenario de impacto para la comunidad son de primera. Los más ásperos grupos de opinión se sienten escuchados y considerados en las estrategias de gobierno, y los opositores no tienen más carrasperas con el gobierno como no sean las ideológicas —cual debe ser—.

La salida de quienes no cogieron el paso, no tomaron el ritmo o de plano no comulgan con la jefa de la burocracia del estado tendría la marca del primer año de cualquier gobierno, pero sostener el paso será otra cosa. Lo mejor para el estado sería que Mara lo sostuviera, y, como dijera Monsiváis, documentaremos nuestro optimismo, las notas objetivas y no oficialistas dan cuenta del trabajo en comento.

Debiéramos ver movimientos: algunas filtraciones con los consabidos despropósitos las habrían frenado las filtraciones mediáticas justo la víspera del primer informe de gobierno. Se pospusieron, pero, aunque no haya términos perentorios, al cabo se irán efectuando. Hay muchos —la mayoría de ellos— funcionarios pésimos. No somos pizarra de estrados, pero ya pasaron su año de ineficiencia y hay que señalarlos.

Lo más leído

skeleton





skeleton