Sin Perla ni gloria

Han pasado algunas semanas y lamentablemente pasó casi inadvertida la cruel matanza de 22 perros callejeros en Cozumel...

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Han pasado algunas semanas y lamentablemente pasó casi inadvertida la cruel matanza de 22 perros callejeros en Cozumel, ordenada (o al menos tolerada) por la presidenta municipal Perla Tun Pech. Un hecho convertido en noticia nacional, ya que además fueron incinerados en el Rastro, donde tratan la carne para el consumo de locales y visitantes.

El pretexto empleado el mes pasado fue que padecían moquillo, aunque de tal advertencia se tuvo un primer registro en 2015, y otros tantos el año pasado, por lo que algunos críticos lo califican como un arrebato más, no como una urgencia. Pocos le creyeron.

Los desatinos en la isla son reiterados, conocidos y crecientes: la burla contra ediles en sesiones de Cabildo, dejar sin empleo a personas de la tercera edad en la Policía Escolar o el aparente “auto boicot” contra el carnaval más deslucido de su historia, por mencionar los que han fomentado la polémica recientemente.

A esos podrían sumarse las renuncias en cascada por los abusos de poder, el recorte de personal, el desalojo de oficinas federales, el maltrato a periodistas y la austeridad injustificada en asuntos que ameritan prioridad. Por todo ello la masacre de animales pareció “una raya más”. Pero no debe serlo.

Hace unos meses, representantes de la Fundación de Parques y Museos, de la organización ambientalista Cielo, Tierra y Mar, de la Sociedad Humanitaria, A.C., así como de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, declaraban que la “fauna feral” (que ha pasado del estado doméstico al salvaje) estaba alterando el equilibrio de diversos ecosistemas, en tanto generaban riesgos inclusive para humanos.

Por lo mismo, no sería sensato desconocer los problemas provocados por los que fueron mascotas y ahora deambulan extraviados, aunque las tendencias apuntan más hacia la “tenencia responsable” y otras leyes que protegen el cuidado de los animales de compañía, por lo que el sacrificio indiscriminado es una decisión condenable, sobre todo cuando ejecuta la autoridad.

Les sería más redituable en imagen promover campañas de esterilización y trabajar en estrategias con agrupaciones, que apostar por la rudeza, esperando la venia de quienes no ven a los animales como seres vivos ni “recursos naturales renovables”.

Alguien debe frenar el errado actuar de los servidores públicos cozumeleños, no sólo porque han incumplido las promesas básicas, sino porque sería inconveniente un “te lo dije” cuando el gobierno colapse y sea tarde para recomponer.

La presidenta, y evidentemente su equipo de asesores, necesitan ayuda urgente. Aislarse y terquear con soberbia no les ha servido como planearon. Aun así, susurran con ironía ciertos regidores, aspira a la reelección en los comicios de 2018.

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