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La semana pasada, más de 350 profesionales de 15 países y los cinco continentes nos reunimos en Cancún para analizar, discutir, compartir experiencias y tomar decisiones con respecto al futuro del turismo sustentable y social en México y Latinoamérica.

Un evento que sin duda ha conjuntado a personalidades del sector público, privado y social, que han puesto el dedo sobre la llaga en temas complejos como la necesidad de conservar nuestros recursos, de definir capacidades de carga para destinos, de involucrar a las comunidades en la toma de decisiones, de mejorar las condiciones del empleo turístico, y de ir más allá de la búsqueda de sellos y certificaciones en empresas a tener una verdadera visión de destino.

Pero también fue un evento donde los asistentes (la mayoría ya trabajando en estos temas), pudieron compartir casos de éxito, modelos de desarrollo, soluciones tecnológicas, ideas disruptivas, políticas públicas y soluciones a los grandes retos que plantea un sector MUY necesario para el país, que se impulsa de forma importante, pero que también ha generado impactos ambientales y sociales fuertes, que hay que ajustar.

La cantidad de información vertida en el evento fue espectacular; ojalá quienes no pudieron asistir realmente puedan involucrarse con estos temas que son muy relevantes, pero sobre todo necesarios; difícil analizar a fondo lo sucedido en uno de los eventos más importantes del año, pero yo quiero quedarme con cuatro grandes reflexiones derivadas de la reunión.

La primera, que el sector público, aunque juega un rol importante, cada vez tiene menos incidencia en las decisiones del turismo; pueden poner leyes, sentar las bases de programas y proyectos, designar recursos y/o asistencia técnica, entre otros temas, pero las decisiones grandes en materia de turismo, desarrollo, posicionamiento, las toman otros sectores; de ahí la importancia de la colaboración público - privada efectiva. Muchos ejemplos de problemas (por decir un par, la contaminación en la laguna Nichupté o la restauración de playas) que son históricos y no se han resuelto porque autoridades, empresas y OSCs no trabajan de la mano en una resolución más pragmática que política.

La segunda, sobre la necesidad de generar procesos de capacidades de carga y manejo de visitantes en los destinos; conozco más de 20 casos en el país en qué áreas naturales protegidas, pueblos mágicos, destinos culturales, están saturados y sufren de grandes presiones por el turismo; no se trata de cerrar el paso al turista, sino de estar preparados para recibirlo, de darle información, de dar opciones para que haga diversas actividades, y de limitar su llegada. ¿Un reto? Claro, pero una necesidad URGENTE en nuestros destinos. No podemos esperar a que casos como Islas Marietas o Akumal nos sucedan, para darnos cuenta de que un turismo mal gestionado es pésimo para todos.

Y la tercera, muy importante, tener a la persona como centro de la actividad turística, y asegurarnos que reciben beneficios, condiciones justas, y desarrollo personal por el trabajo que hacen; no podemos tener destinos de calidad, empresas “sustentables” o “socialmente responsables” si las condiciones de empleo no son, como mínimo, con base en el cumplimiento de las condiciones de trabajo decente. Y no hablo con cumplimiento de la ley porque la ley hoy permite que se den condiciones terribles de trabajo en las empresas turísticas, a través del famoso outsourcing, pagadoras, contratos temporales, entre otros; y este es un tema que pocas veces traemos a la mesa y que es fundamental para tener un turismo de calidad, primero, para la población que trabaja en turismo, y segundo, para el propio turista, y no al revés.

Y por último, una urgente necesidad que las empresas vean hacia afuera de sus paredes, que asuman la responsabilidad que tienen de generar valor (no solo riqueza), que generen proyectos conjuntos, que resuelvan problemas, que restauren ecosistemas, que sumen. Qué bueno que hagan filantropía (donaciones, regalos, celebraciones), pero ojo con pensar que eso es responsabilidad social, porque no lo es. Responsabilidad social es asegurarse que el entorno, sus colaboradores, sus familias y la población en general, vive en una ciudad acorde al destino que ofrece al visitante.

Cancún, a sus 47 años, se vuelve a poner en el ojo del mundo, que espera que de este Summit y los subsecuentes, se generen grandes cambios y se lidere el camino hacia la sustentabilidad, así como se ha liderado el camino del turismo por muchos años.

Hay avances, pero hay una necesidad y una oportunidad histórica de transformar el turismo en nuestro destino y en el país que, si desaprovechamos hoy, nos podemos arrepentir mañana.

Un agradecimiento especial a todos aquellos que hicieron posible este gran evento, que será referencia en el tema de turismo sustentable y social en pocos años.

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