En días pasados, de tres a cuatro semanas, los 12 Magistrados del Tribunal de Justicia del Estado votaron por unanimidad a favor de Antonio Ruiz León para Magistrado Presidente del Poder Judicial; la sospecha de la unanimidad queda como algo que solo los magistrados pueden aclarar, cuestión que quedará en el pasado como referente.

Al abogado Antonio Ruiz León –a quien conozco desde hace 21 años, aproximadamente– su oficio en la administración de justicia lo acredita como un profesionista de carrera en esa instancia y permite hacer una valoración respecto de la aceptación de los litigantes como de las autoridades encargadas de los procedimientos de investigación y consignación de los indiciados para ser juzgados en el ámbito de los procesos civiles y penales.

León Ruíz, inició su participación desde la época en que el abogado José Joaquín González Castro era magistrado presidente del TSJ y continuó esta actividad con Lizbeth Loy Song Encalada y  Fidel Villanueva Rivero; este último terminó su periodo el ocho de agosto del presente año y la complejidad de su actuación dejó mucho que desear y generó sospechas de asuntos reñidos con la honestidad y la duda sobre un supuesto ejercicio dudoso.

Antonio León Ruíz desde su elección como Magistrado Presidente del  TSJ se comprometió a poner orden y resolver los atrasos que desde mucho tiempo se observan en los expedientes tanto en los juzgados como en el propio tribunal; regularizar los juicios orales y aplicar la nueva justicia alternativa y la justicia penal acusatoria, asimismo, mantenerse dentro de la legalidad absoluta sin interponerse a la consignación por actos supuestos de los demás magistrados.

Este nuevo presidente, según sus propias palabras, consultará con los magistrados la procedencia de retirar el fuero, ya que a los jueces ya se les retiró; a pregunta expresa del que escribe, sobre la impunidad de que gozarían los magistrados que fueran indiciados y se convirtiera en imposible ponerlos a disposición de la autoridad fiscal para ser investigados por probable responsabilidad en la comisión de ilícitos, asintió pero se abstuvo de responder.

De una plática en corto tiempo del desayuno, obtuvimos respuestas sobre una agenda puntual y el compromiso de observar una conducta intachable un su actuación, que apenas empieza, en el cargo que se le ha conferido y en beneficio de los ciudadanos para hacer de la justicia, pronta y expedita, venciendo viejos vicios y mañas, para lo cual se necesita una conciencia moral y administrativa que deje de violar la legalidad y el derecho; justicia retardada es injusticia, como la queramos ver y ¡al tiempo!