TSJE: fortalezas y debilidades

Es muy de creer la afirmación del gobernador Carlos Joaquín González de que no intervendrá en el inminente...

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Es muy de creer la afirmación del gobernador Carlos Joaquín González de que no intervendrá en el inminente relevo en la presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Quintana Roo, no sólo por su hasta ahora respetada promesa de no “tirar línea” a otros poderes –la línea, por así decirlo, se tira sola–, sino porque la vez anterior los deseos del entonces mandatario Roberto Borge Angulo no se cumplieron, ¡y vaya que él sí era voluntarioso, irrespetuoso de la división de poderes y autoritario.

Desde temprano en su administración Borge intentaba marcar su territorio y deslindarse de su antecesor Félix González Canto, pero nunca lo consiguió. La voluntad del primero era que Lizbeth Song Encalada se reeligiera; la del segundo, imponer a Fidel Villanueva Rivero, que había sido un buen juez y con el visto bueno de su padrino logró cabildear para resultar entronizado a pesar de las intenciones del jefe del Poder Ejecutivo. La magistrada, que tanto propugnó por la autonomía del tribunal, acabó siendo víctima de la misma, con todo y la “rebeldía” del bisoño gobernador.

Traemos a cuento esta historia porque para el próximo martes deberá conocerse el nombre del sucesor, así que valdría la pena comparar circunstancias.

Primero, Carlos Joaquín es “huérfano” como gobernador, pues no tiene antecesor del cual haya sido delfín ni partido que lo haya impulsado desde el gobierno. Luego, es de creer que no intervendrá en el proceso. Por último, “sus” magistrados afines, porque él los propuso, llevan la delantera.

De los tres afines a Joaquín González, Gabino Medina Burgos y Verónica Acacio Trujillo son fuertes contendientes. El primero tiene amplia carrera judicial, una imagen impecable – nunca cuestionada– y muy buena aceptación, tanto con sus compañeros magistrados como con la gente. La segunda es muy apreciada por el gobernador, pero la opinión pública está dividida en cuanto a su trayectoria no libre de ciertos escándalos, amén de que no se ha hecho precisamente amiga de sus colegas.

Por parte de Villanueva Rivero el delfín es Antonio León Ruiz, quien durante un par de décadas ha sido el poder tras el trono: secretario particular de Joaquín González Castro y de Lizbeth Song Encalada, y actualmente magistrado del Consejo de la Judicatura. Lo que se haya hecho de bueno y de malo con los recursos siempre ha pasado por sus manos, pero su papel durante el corrupto periodo de su desprestigiado paisano cozumeleño señalado como socio del hoy encarcelado Borge seguramente lo descartará, así haya sido –difícil de creer– una blanca paloma.

La tercera propuesta Adolfo del Rosal Ricalde, nada hay que decir: ¡lo apoya el grupo borgista!

Si quiere usted sacar cuentas, pues sáquelas.

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