Una ley de vanguardia

La voluntad política del gobernador Carlos Joaquín González se puso de manifiesto al solicitar al Congreso del Estado la abrogación de la Ley...

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La voluntad política del gobernador Carlos Joaquín González se puso de manifiesto al solicitar al Congreso del Estado la abrogación de la Ley de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, expedida el 14 de agosto de 2015, mejor conocida como “Ley Borge”, una de las últimas infamias del defenestrado ex mandatario contra aquellos que nunca se plegaron a sus designios totalitarios y corruptores.

Importante también es que para sustituir a la ley de marras, el jefe del Ejecutivo estatal y la XV Legislatura, convocarán a la sociedad civil para la creación de una normatividad que no tenga como propósito coartar la libertad de expresión y mucho menos perseguir a quienes la ejercen con honestidad y compromiso.

El tema de las leyes relacionadas con la regulación del trabajo periodístico es que casi todas ellas tienen como origen al poder, de ahí que como es obvio, siempre se trata de que el periodista sea acotado en su labor de informar a la sociedad sobre los acontecimientos cotidianos y en los que en su mayoría son protagonistas los servidores públicos.

México se ha convertido en uno de los países que registra una mayor cantidad de asesinatos de periodistas en el mundo, lo que nos pone a pensar en lo frágil que es el trabajo que desempeñan los comunicadores, que muchas veces son satanizados injustamente.

Es paradójico que sean los periodistas quienes con su oficio defienden a la sociedad pero sean los que más desprotegidos estén, por ello es imprescindible crear una ley que los proteja, sin que esto signifique impunidad para criticar por consigna o alabar en busca de algún privilegio inconfesable.

El gobernador Carlos Joaquín ha dado un paso importante para que el trabajo periodístico y el que realizan los defensores de los derechos humanos en Quintana Roo cuenten con una ley de avanzada, moderna, que realmente defienda a quienes buscan que la justicia sea pareja para todos.

Los periodistas no somos tan diferentes a los defensores de los derechos humanos, buscamos que las decisiones desde el poder no avasallen a la sociedad, sobre todo a aquellas personas que no tienen forma de defenderse ante las injusticias y terminan por perder todo, incluida la vida. Una sociedad que se precie de contar con leyes de vanguardia, no puede darse el lujo de parir una que tenga como meta acotar a periodistas y defensores de los derechos humanos, que era lo que pretendía la “Ley Borge” desde su origen.

Si se pretende que el nuevo gobierno no sea comparado con el que dejó a Quintana Roo al borde del despeñadero, no sólo desde el punto de vista financiero, sino en materia de derechos humanos, la medida de Carlos Joaquín al abrogar la oprobiosa ley del sexenio pasado, debe catalogarse como acertada y para aplaudir.

Los periodistas estamos para criticar, argumentar, debatir con ideas, sin denuestos ni descalificaciones, con propuestas constructivas, sin embargo, tampoco debe verse mal reconocer cuando el gobierno hace cosas en beneficio de la sociedad, en otras palabras, lo cortés no quita lo valiente.

Estaremos atentos sobre el proceso de creación de la nueva ley que debe nacer de las entrañas de la sociedad, de los periodistas, del gobierno, de las voces de la iniciativa privada, de las universidades y de todas aquellas instituciones que pueden aportar talento, inteligencia y compromiso.

Vivimos en uno de los estados más maravillosos del país, que a pesar del saqueo indiscriminado que sufrió por más de 11 años sigue en pie, producto del trabajo de todos sus hijos.

Esperamos que con la guía de un gobernador que piensa diferente, podamos salir adelante a pesar de que en muchos casos no pensemos igual, y que si hemos de debatir sea con respeto y aportando lo mejor en busca de un objetivo común: el progreso de Quintana Roo y de todos los quintanarroenses.

No es hora de mezquindades, sino de buscar que todos, nacidos o avecindados, tengamos el mismo derecho de encontrar la felicidad en una tierra pródiga en recursos naturales y humanos, pero que en los últimos años estuvo “gobernada” por políticos inmorales y deshonestos.

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