Violencia desatada

En días pasados, un hecho de violencia ocurrido en Cancún, en el que se vieron involucrados decenas de personas enardecidas contra el llamado lord nazi ruso...

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En días pasados, un hecho de violencia ocurrido en Cancún, en el que se vieron involucrados decenas de personas enardecidas contra el llamado lord nazi ruso, quien denigraba en las redes sociales a los mexicanos, demostró una vez más que sólo hace falta una chispa para incendiar el bosque.

Se ha escrito mucho acerca de este lamentable caso, en el que la participación de la policía municipal de Benito Juárez fue desastrosa, al grado de que días después fueron despedidos 20 agentes por no haber hecho nada para evitar el linchamiento del desquiciado ruso Alekseie Makeev.

Pero en realidad debieron haber ejercido alguna acción sancionatoria en contra de los jefes que exigieron a los policías alejarse de la escena de la violencia, dejando a merced de la masa furiosa al ruso, que ya había hecho una serie de estropicios en su propio país.

Es una falacia el discurso sobre que los policías están para servir a la ciudadanía, cuando son muchos los ejemplos de su desinterés por salvaguardar la vida y el patrimonio de las personas, pero también hay otros casos en que se desborda la pasión por la falta de interés de la autoridad que debe impartir justicia.

En primer término, el ruso nunca debió haber entrado al país al conocerse sus antecedentes de ser un tipo violento y burlón, pero se cree que sobornó a un agente de migración para internarse a territorio nacional como si nada.

Nadie movió un dedo cuando empezó a hacer públicos sus insultos a los mexicanos, lo que en otros países es sancionado hasta con la expulsión, pero no en México, donde la impunidad es moneda corriente. Después, el desenlace llegó como consecuencia del odio que ya había concitado entre la gente, y la masa en el anonimato es capaz de cualquier cosa.

Por supuesto que no se puede dar la razón a ninguna de las dos partes, ambas actuaron de manera irracional, mostraron esa parte animal que todos los seres humanos poseemos, pero que normalmente se inhibe al utilizar el raciocinio que por cierto, no es una cualidad tan natural para muchas personas.

Ahora bien, quienes se llevaron las palmas fueron los cuerpos policiacos de Cancún, los cuales a pesar de tener ubicado el lugar donde la gente se comenzó a concentrar para agredir al ruso, sólo estuvieron de espectadores hasta que les dieron la orden de retirarse.

Su falta de actuación es lamentable, si hubieran hecho lo mínimo que les corresponde, en estos momentos no estaríamos en boca de todo mundo, pero en particular, no se seguiría dañando más la imagen de Cancún, ni se hablaría de los bárbaros mexicanos ni de los elementos ineptos que conforman la policía municipal.

Nuestra sociedad se descompone a pasos agigantados, mientras la autoridad no cumpla su papel y permita que haya impunidad, cualquiera siente que tiene el derecho de hacerse justicia por su cuenta, dañando el endeble tejido social.

Quintana Roo, pero en particular Cancún, no puede darse el lujo de estar en las primeras planas de los periódicos ni en las redes sociales por culpa de la violencia desatada de la turba; vivimos de vender una imagen de estado seguro y amigable con los turistas y es necesario seguir siéndolo por el bien de todos.

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