Unicaribe y el retorno del género de la ópera

La ópera es un arte que tiene la peculiaridad de ser amada u odiada con pasión.

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Voces Universitarias

Emilio Reyner Portes Gil

La ópera es un arte que tiene la peculiaridad de ser amada u odiada con pasión. La ópera ha evolucionado tanto y ha involucrado, cada vez, a tantos más géneros artísticos y tecnológicos en su producción, que aquéllos que la reducían a la visión del gordo y la gorda gritando, deberían darse la oportunidad de asistir a la presentación de alguna de estas piezas para constatar cómo todos sus sentidos y sus sentimientos se abren y se mueven al ritmo de la acción. Un recorrido por la historia de este género puede darnos una mejor perspectiva de los intereses profundamente artísticos y humanos a los que responde la ópera. Esperamos que, a través de este repaso de sus coyunturas clave, más gente rompa sus prejuicios y se anime a disfrutar de una de las creaciones artísticas más completas que existen.

La Tragedia, una de las artes identitarias de la Grecia clásica, ofreció el punto de partida para el surgimiento de la ópera. Cuando los músicos y poetas renacentistas desempolvaron aquellas piezas en el siglo XV, comprendieron su valor artístico y cultural, y descubrieron que constituían una poderosa unidad de texto, canto y movimiento. El teatro de Grecia iba más allá de la simple ilustración de creencias religiosas o inculcación de temor a los dioses; cumplía una función de ritual catártico para procesar malestares sociales.

Un grupo de músicos e intelectuales florentinos conocido como la Camerata Fiorentina, intelectuales y artistas fascinados con la antigua Grecia y cansados de los excesos de la música polifónica renacentista, quisieron revivir lo que se creía que era la simplicidad de la tragedia antigua.

 Se puede decir que este movimiento artístico dio lugar al nacimiento de la ópera, en Florencia,  Italia,  a finales del siglo XVI. La primera ópera, que todavía hoy se representa, fue La Favola d’Orfeo (La leyenda de Orfeo), compuesta por Monteverdi en 1607, hace ya más de 400 años.

En el siglo XVI, la Iglesia Católica no permitía que las mujeres se exhibieran en espectáculos públicos, y para remplazar los personajes y las voces femeninas en las escenas teatrales, sobre todo en las obras cantadas, se recurría a hombres castrados, “i Castrati.” En general se trataba de cantantes que habían decidido preservar, cuando no habían sido obligados a ello, la tesitura maravillosa de la que habían gozado como niños.

La gente llegó a apreciar tanto el timbre de esas voces que las consideraba como un don divino. Florecieron en las cortes, desde el siglo XVI hasta 1870, cuando fue prohibida la castración voluntaria por el estado italiano. Hoy, los papeles que eran interpretados por los castrati los ejecutan contratenores, cantantes que consiguen esas tesituras mediante técnicas de emisión de la voz, o sopranos caracterizadas como varones.

El principal representante del siglo XVII, entre los autores de ópera, es Claudio Monteverdi, compositor y cantante italiano. Monteverdi marcó la transición entre la tradicional música polifónica del siglo XVI y el drama lírico y la ópera del siglo XVII.

En el  siglo XVIII, se desarrollan dos formas de ópera: la ópera seria y la ópera buffa. La ópera seria utilizaba mucho los temas de la mitología griega y recurría preferentemente a la tragedia. La ópera buffa o cómica tenía argumentos más ligeros y personajes con los que se podían identificar los asistentes.

En los inicios del movimiento operístico, las óperas le daban más importancia a la palabra.

A finales de la época barroca (1600 a 1750), se puso mayor interés en las melodías y nació el gusto por las arias: solos o duetos compuestos para el lucimiento de las voces y el deleite del público mediante melodías conmovedoras. Todo giraba en torno del “bel canto”. 

El bel canto, es una técnica vocal que enfatiza la belleza del sonido, la expresión dramática y la emoción romántica. Se desarrolló en Italia entre finales del siglo XVII y mediados del XIX. Inicialmente, la ópera era un espectáculo reservado a la corte, situación que fue cambiando con la apertura de teatros fuera de palacio, los cuales permearon el espectáculo al público en general. 

En el siglo XIX, con el auge de los nacionalismos y el involucramiento de la ópera en la insurgencia de los pueblos, se desarrollaron distintas tradiciones en diversos países.

La era romántica se inició con las obras de compositores alemanes. El género mezclaba rasgos serios y cómicos, absorbiendo aspectos de la música sinfónica, con temas derivados de la vida contemporánea o la historia reciente. Richard Wagner revolucionó el mundo de la ópera durante la segunda mitad del siglo XIX ya que unió música, drama y poesía. La orquesta pasó a ser parte de la trama, ligando la aparición y acciones de los diversos personajes con un tema musical: el leitmotiv.

En Italia, el disfrute de las voces siguió siendo predominante con la tradición “bel cantista”.  En Rusia y en Europa del este, desarrollaron un estilo propio que se inspiraba en la historia o en la literatura nacional. En Francia, se desarrolló  la “Grand Opéra” con efectos escénicos y ballet, así como la “Opéra Comique” en la que se incluyen diálogos recitados, defendidos por el dramaturgo Moliere que no quería que se perdiera la dimensión teatral de la ópera. 

Al inicio del siglo XX, la ópera siguió las tendencias de finales del siglo XIX. Más adelante entra en auge el individualismo que se caracteriza porque las obras no están enmarcadas en ninguna tendencia.

El siglo XXI es todavía una partitura que está en proceso de ser escrita y la ópera está en constante evolución para ser disfrutada por el mayor número de público posible.

 En este contexto llega la ópera a la Universidad del Caribe a través del programa HD Live del Met de Nueva York. Como ya hemos visto, la ópera tiene una larga historia que ha cautivado a muchos, pero, ciertamente, al igual que el teatro, con la modernización de los medios de comunicación, en particular con la llegada del cine, perdió por largo tiempo su atractivo y un gran número de seguidores.

El programa del Met de Nueva York está reposicionando a la ópera,  como una de las artes más importantes e incluyentes. ¿Por qué: incluyentes?

El maestro Sergio Vela piensa que la ópera puede ser considerada el Arca de Noé de la Cultura Occidental, ya que muchas de las artes que  se utilizan en la ópera están en peligro de desaparecer. El Met, utilizando tecnología de punta para transmitir en vivo, a más de 2,200 teatros en 73 países, está impulsando el gusto por la ópera y rescata así las posibilidades de sinergia de una gran variedad de géneros artísticos: la música orquestal, la actuación, el ballet, las artes escenográficas, las artes plásticas, la decoración, la arquitectura, la iluminación, el maquillaje y el vestuario, entre otros.

La Universidad del Caribe se sumó, en 2011, al selecto grupo de foros que proyectan las temporadas de ópera del Met, presentando la ópera Ifigenia en Táuride, con el tenor Plácido Domingo en el papel de Oreste, el hermano de Ifigenia.

Hoy gracias al generoso patrocinio del C.P. Alberto Rocabert nos estamos preparando para presentar la novena  temporada 2018 – 2019 que iniciará mañana con la ópera Aída de G. Verdi.

Lo invitamos a perderle el miedo a la ópera y atreverse a disfrutar del magnífico programa que nos tiene preparado el Met de Nueva York. Consulte la cartelera en la página de la Universidad. www.unicaribe.mx/programaarteycultura. Los esperamos en la explanada de la Universidad del Caribe.

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