Y todo sereno… por ahora

El Jesús en la boca traían en el Gobierno de Quintana Roo en torno a la fecha clave para los medios y periodistas que es el 7 de junio...

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El Jesús en la boca traían en el Gobierno de Quintana Roo en torno a la fecha clave para los medios y periodistas que es el 7 de junio, pero las cosas se dieron más bien tranquila y hasta pudiéramos decir armoniosamente.

Al parecer se llevó a cabo, el lunes, la última de las varias reuniones y actividades con motivo de la celebración de la libertad de expresión, que por la reciente polarización de grupos de comunicadores por la preponderancia en el escenario estatal, las pugnas por la conservación y ulterior reforma de la Ley para la Protección de Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas o la abrogación total de ésta, que sus detractores popularizaron como “Ley Borge”, y los recientes asesinatos de figuras del gremio en el norte del país hacían prevalecer por lo menos bastante nerviosismo en el gobierno.

Esta vez la inquietud no se debió, pues, a la añeja polémica de una celebración que algunos consideran ilegítima por su ya lejano origen y otros han convertido en apreciable tradición gremial, sino porque los periodistas enemigos jurados del exgobernador Roberto Borge Angulo y amigables, desde hace años y a pesar de la persecución y acoso, con el proyecto del actual mandatario Carlos Joaquín González previsiblemente “ganaron” la disputa sobre la susodicha normatividad que parecía también entre el norte y el sur de Quintana Roo y los “reformistas” que vieron con frustración caer una ley valiosa y trabajada desde hace más de un lustro venían enseñándose los dientes, lo que por momentos hizo ver a los operadores estatales de medios quizás hasta un poco erráticos, aunque desde luego no era su culpa. Estaban obligados al control de daños y todo indica que lo lograron de manera aceptable.

La tripulación que bogaba por aguas más bien procelosas fue tocando puertos salvos, uno a uno, generando un ambiente de tranquilidad que no se esperaba mucho; privaba cierta irritación. Hay una celebración legendaria en Chetumal organizada y pagada por los propios periodistas que muchos era lo único que considerábamos “en firme”, a la que se sumaron actividades organizadas por varios compañeros --tirios y troyanos, sin distingos--, que transcurrieron con muy buenos y solidarios ánimos antes que hostilidades de algún tipo.

Por parte del gobierno se fueron tomando decisiones que tendían de forma creciente a la distención. Primero se estableció como fecha única un desayuno en Cancún con el medio peregrino ofrecimiento de lanzar una caravana de autobuses que partiría de Chetumal a las tres de la madrugada y pasaría por Felipe Carrillo Puerto y Tulum para recoger comunicadores. No vimos mayores quejas pero sí un desinterés total de acudir, sobre todo por las difíciles condiciones.

Entonces en el gobierno se tomó la decisión de abrir otra fecha en Chetumal para una reunión desde luego más accesible para los compañeros de la capital, del centro y del sur del estado. Mejor todavía, pero la fecha establecida coincidía con la de la comida tradicional de los periodistas para periodistas, que seguramente tendría mayor convocatoria. Se efectuó el viernes con una asistencia flotante --muchos trabajaban antes o después-- de tal vez de 100 a 150 personas en suma.

La solución final –que si fue por agenda del gobernador resultó en una afortunada coincidencia– fue mover el evento a una comida que se efectuó ayer con una buena asistencia de la que por lo menos la mitad estuvo presente en el conocido bar chetumaleño que nos albergó con calidez este pasado día 9 de junio.

No fue, ciertamente, una de esas fiestas faraónicas de antaño, no hubo regalos ni fasto. Podría describirse como un ágape bastante austero a medio día hábil, que sin embargo nos dio el gusto de volver a saludar a tantos entrañables amigos.

Sin sobresaltos, pues, pasó el gobierno estas fechas en un ámbito ciertamente enrarecido, pero dominado al fin por una racionalidad gremial que los operadores, directamente el coordinador de Comunicación Felipe Ornelas Piñón y la periodista Haidé Serrano Soto, lograron leer y dominar por lo menos con suficiencia.

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