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Un filme muy distinto de cualquier otra historia de Arturo. (Contexto/Internet)
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Por Rafael R. Deustúa

Atada al nombre del Rey Arturo está la espada mágica Excalibur, que le daba poder y lo marcaba como el verdadero soberano de Inglaterra, pero en las últimas películas de ésa leyenda la espada pasó a ser un bonito accesorio. Guy Ritchie le devuelve su importancia en su interpretación de la leyenda artúrica pero a cambio elimina las armaduras brillantes y el glamour; una muy buena decisión.

Arturo pasa de niño a adulto en las calles de Londinium, donde aprende de la vida de forma brutal, pero el chico es inteligente y se va convirtiendo en líder de su propia mafia conforme crece. Es entonces que reaparece en la cercana Camelot la espada en la piedra y el despiadado rey Vortigern empieza a llevar a los hombres de la edad de Arturo a que intenten sacarla. El regente espera identificar a su sobrino y asesinarlo, pero no cuenta con lo que le espera.

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Con historia de David Dobkin y Joby Harold, tenemos una versión más cruda del mito artúrico, que rescata lo que sería visualmente más atractivo hoy en día: la magia, las creaturas fantásticas y las batallas con espadas y quitan la mitología asociada al cristianismo -como la búsqueda del Grial.

Ritchie aterriza la historia en la temática gangsteril que tan buenos resultados le dió con “Snatch” y “Rockanrolla” y le da la misma narrativa desquiciada de ritmo rápido, densa carga de imágenes y humor negro que puede ser mareante para a algunos. Se apoya mucho en la música, composiciones de Daniel Pemberton que dan una atmósfera única a la película.

Otro aspecto que el director cuida es la dirección de arte, con escenografía y vestuario impecablemente detallados, pero sobretodo con un diseño de villanos muy llamativo. Ritchie logra que sus actores se muevan de manera natural por ese ambiente fantástico, dando la impresión de un mundo real y más grande.

En actuaciones es Jude Law quién más se esfuerza y consigue un villano sólido que ayuda a destacar al Arturo de Charlie Hunnam, que casi toda la cinta tiene más aspecto de bribón que de rey. El resto de los papeles carecen de profundidad en su mayoría -aunque por la estructura de la historia tampoco la necesitan, aún así los intérpretes cumplen con su papel. Djimon Hounsou, Eric Bana, Aidan Gillen, Freddie Fox, Tom Wu, Craig McGinlay son algunos. La mujer más destacada es Astrid Bergès-Frisbey, una especie de mezcla de Ginebra y Merlín.

Un filme muy distinto de cualquier otra historia de Arturo, pero también muy disfrutable como cinta de acción y fantasía. Vale la pena verse en pantalla grande.

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