2012 y las telenovelas

Hay tantas personas que gozan burlándose de las telenovelas, porque, ¡pobres!, es lo único que tienen para sentirse bien.

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Pocas cosas pueden ser más fáciles que hablar mal de las telenovelas.

¿Por qué? Porque se ve bien que uno lo haga, porque cuando uno le tira tierra a esta clase de programas, queda como inteligente, como intelectual, como una entidad superior.

Por eso hay tantas personas que gozan burlándose de las telenovelas, porque, ¡pobres!, es lo único que tienen para sentirse bien, para sentirse más.

La verdad es que estamos viviendo una de las revoluciones telenoveleras más fantásticas de la historia y que 2012 será recordado como un año particularmente importante, glorioso.

Sí, vimos un montón de telenovelas chatarra por parte de las grandes corporaciones nacionales como Televisa y Azteca, pero también tuvimos el privilegio de poder sintonizar melodramas de otros niveles como los de Argos, Cadenatres y MTV.

Y si nos vamos a los medios públicos, en 2012, como nunca, no es que se haya hecho una telenovela, se hicieron dos: Mucho corazón del estado de Chiapas y Aprender a vivir de uno de los brazos más poderosos de la SEP.

Desde los tiempos de Margarita López Portillo (1976-1982) que no veíamos algo parecido y, todavía mejor, nunca en la historia de la televisión mexicana lo habíamos visto con una televisora que no fuera del Distrito Federal. ¡Bravo, Chiapas! ¡Así se hace!

Por si todo esto no fuera suficiente como para echar las campanas al vuelo, los televidentes mexicanos tuvimos acceso a lo mejor de las telenovelas de las cadenas hispanas de Estados Unidos y de las televisoras más importantes de países como Corea, Argentina y Brasil a través de diferentes sistemas de televisión de paga y de Internet.

A propósito de Internet, 2012 fue un periodo fundamental para los creadores de telenovelas, porque equipos como el de La bastarda, Ana la chica bolera coexistieron y hasta se midieron de igual a igual con compañías como Televisa, que ya le entraron a esto desde una perspectiva más formal con títulos como Te presento a Valentín.

Si para usted haber visto telenovelas durante el año que está por terminar solo fue sintonizar títulos como Amores verdaderos y La mujer de Judas, pues qué pena me da su caso porque se perdió de lo mejor.

¿De qué? De obras maestras como Infames y Pablo Escobar, el patrón del mal, de ejercicios prodigiosos como Último año y Lovers, y de maravillas como Rosa diamante y La promesa.

Solo era cuestión de cambiarle de canal, de invertir una cantidad mínima en contratar algún cable, alguna antena directa al hogar o ya, en el peor de los casos, de encender la computadora y navegar por Internet.

Ahora, tampoco vaya a pensar usted que 2012 fue un año mugre para las producciones de Televisa y de Azteca. ¡Para nada! Hubo de todo y si algo hicieron sus ejecutivos fue evolucionar.

Si usted analiza con detenimiento la mayoría de los títulos que millones de personas vimos a través de El Canal de las Estrellas y Azteca 13 en los últimos 12 meses, va a encontrar aportaciones fabulosas.

Las telenovelas que nos han estado presentando ya no son tan convencionales como las de antes, son como pequeñas grandes series.

¿O qué, Los rey se parece mucho a Rosa Salvaje, A corazón abierto tiene la misma estructura de María la del barrio y Qué bonito amor luce como El premio mayor?

México forma parte de los más atractivos movimientos telenoveleros del planeta y donde más se nota es en la parte de los contenidos.

Independientemente de que se cometieron errores y de que con emisiones como La ruta blanca demostramos que estamos tan politizados como cualquier lugar del planeta, ahora no metemos con cuestiones tan delicadas como las de género.

Lo que se dijo en Por ella soy… Eva y lo que se está haciendo en Porque el amor manda es histórico, importantísimo, increíble.

La razón es muy simple: Rosy Ocampo y Juan Osorio, sus productores, están invitando a la gente a que reflexione sin dejar de hacer una telenovela, sin dejar de jugar con los elementos populares, sin dejar de tener éxito, sin traicionar a nada ni a nadie.

Esto es como para ponerles un monumento porque es muy sencillo hacer esta clase de cuestiones desde una perspectiva intelectual, pero hacerlo desde la perspectiva de la más humilde de las telenovelas requiere de un valor y de una inteligencia que no cualquiera es capaz de tener.

Sí, en los últimos dos semestres de hicieron muchos refritos de muchas historias muy malas y muy viejas y se compraron muchas cosas, algunas particularmente raras, en el extranjero, pero también se creó, también se creció.

Hablar mal de las telenovelas es muy fácil. Usted sabe con lo que se queda. Usted conoce, mejor que nadie, sus necesidades.

Yo lo único que le puedo decir es que 2012 fue un gran año para los que amamos este negocio y que espero que 2013 venga mejor, mucho mejor. ¡Felicidades!

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