Las circunstancias pueden no ser iguales, pero los actores políticos en vigencia siguen siendo los mismos, y eso debe ocuparnos como país, pues Carlos Salinas de Gortari; el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); los ricos y pobres de México siguen ahí, inmutados; mientras en 20 años nos ufanamos de una transformación político democrática que, en la realidad, sólo ha dejado como lastre más de 53 millones de pobres, casi la mitad del país.

Avances por supuesto que los ha habido, pero en términos reales la proporción de pobres no ha variado considerablemente, mientras el EZLN se lanza de nuevo en contra de actores políticos, a veinte años de su primer levantamiento.

Se puede estar o no de acuerdo con sus postulados, pero ciertamente sirvió como catalizador para voltear a ver a grupos que durante décadas permanecieron olvidados en México; y cuya circunstancia sigue, en términos generales, igual.

Para principios de 1994, estaba por entrar en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte; el desastre financiero ocurrido ese mismo año por circunstancias nacionales e internacionales; ocurrirían asesinatos políticos que cimbrarían el entorno público; el presidente saliente, Carlos Salinas de Gortari, atravesaba por una de sus crisis políticas más fuertes y su hermano Raúl estaba en la antesala de ser recluido por diversos delitos.

Veinte años después, Raúl Salinas ha sido exonerado de todo cargo y su fortuna le ha sido resarcida; Carlos Salinas de Gortari es uno de los actores políticos más influyentes del país, pues lo mismo asesora al presidente Enrique Peña Nieto, que vende a gobernadores servicios de publicidad y muchos otros negocios; la crisis económica nacional continúa, a grado tal que el país está al borde de la recesión, según han referido diversos expertos; mientras este primero de enero el EZLN reitera su existencia y la de sus demandas, con mucho menor influencia que la mostrada hace dos décadas.

Pudiéramos citar más actores, desde Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano hasta la transformación en opositores de Manuel Camacho Quiroz y Manuel Bartlett Díaz, o la ahora presa Elba 

Esther Gordillo; pero al final queda la impresión de que la “nueva generación” de gobernantes, suele jubilar a quien le representa verdadera competencia, manteniendo intocado a lo menos ilustre de la moderna historia nacional.

El país, como se observa, ha cambiado y a la vez permanece igual; los procesos democráticos se afinan con una institución que está por nacer, el Instituto Nacional Electoral; y seguimos debatiéndonos entre programas y cruzadas contra el hambre y la pobreza que, a ojos vista, no terminan por resolver un añejo problema nacional.

Y la mirada al futuro 2014 será un año trascendental, deberán legislarse las leyes secundarias de las reformas impulsadas en 2013, y en octubre de este mismo año iniciará el proceso electoral que renovará el Congreso federal. Para Quintana Roo, en términos reales, significará el arranque del proceso de sucesión gubernamental de 2016, lo que implicará necesariamente un reacomodo del gabinete estatal.

Faltará ver entonces, primero, que la normatividad electoral mandata ahora un cincuenta por ciento a cada género en las candidaturas asignadas; ante ello, el reconocimiento que se haga a los diferentes grupos políticos del sur y norte de la entidad, vía inclusión en el gabinete estatal, o mediante la asignación de espacios de competencia para el proceso federal.

Y por último, ver si se alcanza la estabilidad política que permita que la sucesión ocurra sin complicaciones, considerando que desde el ámbito federal pudiera ungirse a los aspirantes a autoridades de Quintana Roo, tal cual se hacía también hasta hace unos veinte años; miradas hacia atrás y hacia adelante desde aquí, A Tiro de Piedra.